Las Omañas (Foto de San Nicolás)
DE LA RUTA LAS MIÉDOLAS
LA MINA
En Las Omañas, los romanos utilizaron un sistema de explotación llamado “en peines”, que resulta muy eficaz para la extracción de oro de las capas superficiales del terreno. Los operarios de la explotación pertenecían a la población astur y, como en todas las explotaciones auríferas del noroeste peninsular, la presencia del ejército era continua. Este fue el motivo de la instalación de la Regio VII Gemina en León, la única legión Romana que permaneció en la Península después de la pacificación del territorio.
Los operarios excavaban unas zanjas por la que discurría el agua y utilizaban la corriente para lavar el conglomerado de tierra y cantos, amontonando estos últimos entre los surcos. El lodo generado era arrastrado por el agua hasta los canales de concentrado, donde la corriente perdía fuerza y las partículas más pesadas, entre ellas las de oro, se depositaban en el fondo. Para poner en funcionamiento estos “peines” era necesario un gran aporte de agua. Los ingenieros romanos solucionaron este problema con la construcción de varios canales que traían el agua por las laderas de los cercanos montes de Murias de Ponjos. El abandono de las minas y el secular olvido hicieron que surgiera la siguiente leyenda, que pretende explicar la existencia de los canales en las laderas, olvidando su verdadero origen.
DE LA RUTA LAS MIÉDOLAS
LA MINA
En Las Omañas, los romanos utilizaron un sistema de explotación llamado “en peines”, que resulta muy eficaz para la extracción de oro de las capas superficiales del terreno. Los operarios de la explotación pertenecían a la población astur y, como en todas las explotaciones auríferas del noroeste peninsular, la presencia del ejército era continua. Este fue el motivo de la instalación de la Regio VII Gemina en León, la única legión Romana que permaneció en la Península después de la pacificación del territorio.
Los operarios excavaban unas zanjas por la que discurría el agua y utilizaban la corriente para lavar el conglomerado de tierra y cantos, amontonando estos últimos entre los surcos. El lodo generado era arrastrado por el agua hasta los canales de concentrado, donde la corriente perdía fuerza y las partículas más pesadas, entre ellas las de oro, se depositaban en el fondo. Para poner en funcionamiento estos “peines” era necesario un gran aporte de agua. Los ingenieros romanos solucionaron este problema con la construcción de varios canales que traían el agua por las laderas de los cercanos montes de Murias de Ponjos. El abandono de las minas y el secular olvido hicieron que surgiera la siguiente leyenda, que pretende explicar la existencia de los canales en las laderas, olvidando su verdadero origen.