2/2 Ciudadanos, la gran mentira
– “Vamos a enseñar a pescar en Andalucía, no a repartir pescado”. No está muy claro que pretendía decir Rivera ni la calidad de la metáfora, y es posible -aunque improbable- que no quisiera ofender al pueblo andaluz ni mostrar esa molesta superioridad con la que parece que cualquier político puede mentar a Andalucía. Lo que está claro es que los andaluces no estamos para bromas, partenalismos ni prepotencias. Y el 22M veremos que tampoco tenemos mala memoria.
– “El aborto no es un derecho, es un fracaso de la sociedad”. Este argumento, también usado por miembros del PP, es de sobra conocido por los que pensamos que la mujer es dueña de su cuerpo y debe decidir libremente, sin ambiguedades. Lo hemos escuchado infinidad de veces porque con ese matiz derrotista camufla un mensaje realmente coercitivo y patriarcal. El aborto es un tema complejo, con muchas aristas y que perdurará durante mucho tiempo. Pero podríamos ahorrarnos años de controversia si eludieramos las medias tintas. Ciudadanos está más cerca de Gallardón que de nuestras mujeres.
– “No podría vivir con los 757 euros de sueldo mínimo de España”, dice Rivera, pero en cambio Ciudadanos no contempla subir el salario mínimo profesional. Es decir, que aún siendo conscientes de que con 757 euros a muchas familias no les llega para cubrir sus gastos, se oponen a esa mejora. De nuevo apoyan un sistema de ciudadanos de primera y segunda categoría. ¿Falta de empatía? No. Falta de de voluntad por el cambio, principalmente, falta de interés por equilibrar las rentas de los españoles.
– “El copago sanitario debe ser utilizado como un elemento disuasorio en aquellos pacientes menos graves“, apunta el programa electoral de Ciudadanos. Una medida polémica en varios sentidos porque primero hay que fijar la línea de lo que se considera o no de gravedad, y después porque desafortunadamente, en nuestro país hay muchas personas que no pueden pagar remedios sanitarios básicos. No son números, son personas. España ha sido durante mucho tiempo un modelo de eficacia sanitaria, una eficacia que está menguando debido a los recortes de Rajoy. Siendo conscientes del mito del turismo sanitario cabría preguntarse, ¿en qué preferimos gastar el dinero público? ¿acaso no es la sanidad una inversión rentable y razonable?
– No solo les gusta la pesca, también los toros. Una imagen vale más que mil palabras.
Albert Rivera, sacado a hombros y no precisamente del Parlamento
– La hemeroteca también nos deja polémicas menores pero significativas, como la que tuvo Javier Nart con las personas con síndrome de Down, o el coqueteo catalán con fuerzas franquistas. Y es que hay que tener en cuenta que buena parte de los representantes de Ciudadanos proceden de otras fuerzas -principalmente del PP, PPSOE y UPyD- y que, de una manera u otra, su ideario base acaba saliendo a relucir 4. ¿Qué dicen las encuestas? El “auge” de Ciudadanos, a día de hoy, parece más ilusorio que real y podría ser un efecto botella de champán. La última encuesta conocida, la del barómetro Celeste-TEL para eldiario. es, sitúa a Ciudadanos como cuarta fuerza política, con un 6,2%. Es un crecimiento a tener en cuenta, pero que analizando toda la ingeniería mediática que tiene detrás -y que analizamos en el siguiente punto- tampoco parece gran cosa.
5. ¿Quién apoya a Ciudadanos? El electorado de Ciudadanos quiere reformas, pero no profundas, ya que se encuentra cómodo en este sistema que nos dejó la Transición. Su preocupación es mantener el status social. Ese electorado incluye a la vieja guardia periodística, que teme verse relegada a un segundo plano. La revolución ciudadana vendrá acompañada de una revolución mediática, sí o sí. Por ello, en parte por ese temor y en parte por la afinidad ideológica neoconservadora, Ciudadanos ha encontrado apoyo público de figuras periodísticas tan relevantes como reaccionarias: Isabel San Sebastian, Carlos Herrera, Hermann Tertsch, Jimenez Losantos, Arcadi Espada, Anna Grau, Pedro J. Ramírez, Tomás Guasch o Alfonso Rojo. Una alineación de cronistas para echarse a temblar, fervientes defensores de este sistema desigual e injusto.
Cuentan también con el apoyo decidido del que sigue siendo principal periódico de información general en nuestra nación, El País. En las últimas semanas ha contado con un espacio desmedido en sus páginas, campaña mediática orquestada por Antonio Caño, su director. Una cobertura que contrasta con el ridículo vacío que recibió Podemos tras las elecciones europeas.
6. ¿Qué sabemos de Albert Rivera? Albert Rivera procede de una familia de clase media, es abogado -trabajó dos años para La Caixa- y empezó pronto en la política, concretamente en el año 2002, cuando decide unirse a las Nuevas Generaciones del Partido Popular. Su afiliación se prolongó hasta 2006, momento en que se desvincula de los populares solicitando la anulación de sus datos personales. El asunto de su affaire con el PP no es baladí. Supone un precedente a tener en cuenta en su formación ideológica. Para situarnos en la línea del tiempo, Rivera simpatizaba con el Partido Popular en plena Guerra de Irak, en el año de la reforma laboral o cuando las costas gallegas se llenaban de petróleo. Son solo datos. Como también está constatado que militó en UGT, algo que a priori, puede resultar algo contradictorio. Albert Rivera cogió el mando de Ciudadanos ocultando su pasado político. Seguramente si se hubiera conocido no habría sido elegido por el grupo promotor comandado por Albert Boadella y Arcadi Espada para liderar el proyecto. Pero lo cierto es que lo fue y su ascenso no es casual, Rivera tiene clara vocación política y defiende con cierta consistencia sus ideas. No es precisamente un rival endeble para los que defendemos la justicia social.
– “Vamos a enseñar a pescar en Andalucía, no a repartir pescado”. No está muy claro que pretendía decir Rivera ni la calidad de la metáfora, y es posible -aunque improbable- que no quisiera ofender al pueblo andaluz ni mostrar esa molesta superioridad con la que parece que cualquier político puede mentar a Andalucía. Lo que está claro es que los andaluces no estamos para bromas, partenalismos ni prepotencias. Y el 22M veremos que tampoco tenemos mala memoria.
– “El aborto no es un derecho, es un fracaso de la sociedad”. Este argumento, también usado por miembros del PP, es de sobra conocido por los que pensamos que la mujer es dueña de su cuerpo y debe decidir libremente, sin ambiguedades. Lo hemos escuchado infinidad de veces porque con ese matiz derrotista camufla un mensaje realmente coercitivo y patriarcal. El aborto es un tema complejo, con muchas aristas y que perdurará durante mucho tiempo. Pero podríamos ahorrarnos años de controversia si eludieramos las medias tintas. Ciudadanos está más cerca de Gallardón que de nuestras mujeres.
– “No podría vivir con los 757 euros de sueldo mínimo de España”, dice Rivera, pero en cambio Ciudadanos no contempla subir el salario mínimo profesional. Es decir, que aún siendo conscientes de que con 757 euros a muchas familias no les llega para cubrir sus gastos, se oponen a esa mejora. De nuevo apoyan un sistema de ciudadanos de primera y segunda categoría. ¿Falta de empatía? No. Falta de de voluntad por el cambio, principalmente, falta de interés por equilibrar las rentas de los españoles.
– “El copago sanitario debe ser utilizado como un elemento disuasorio en aquellos pacientes menos graves“, apunta el programa electoral de Ciudadanos. Una medida polémica en varios sentidos porque primero hay que fijar la línea de lo que se considera o no de gravedad, y después porque desafortunadamente, en nuestro país hay muchas personas que no pueden pagar remedios sanitarios básicos. No son números, son personas. España ha sido durante mucho tiempo un modelo de eficacia sanitaria, una eficacia que está menguando debido a los recortes de Rajoy. Siendo conscientes del mito del turismo sanitario cabría preguntarse, ¿en qué preferimos gastar el dinero público? ¿acaso no es la sanidad una inversión rentable y razonable?
– No solo les gusta la pesca, también los toros. Una imagen vale más que mil palabras.
Albert Rivera, sacado a hombros y no precisamente del Parlamento
– La hemeroteca también nos deja polémicas menores pero significativas, como la que tuvo Javier Nart con las personas con síndrome de Down, o el coqueteo catalán con fuerzas franquistas. Y es que hay que tener en cuenta que buena parte de los representantes de Ciudadanos proceden de otras fuerzas -principalmente del PP, PPSOE y UPyD- y que, de una manera u otra, su ideario base acaba saliendo a relucir 4. ¿Qué dicen las encuestas? El “auge” de Ciudadanos, a día de hoy, parece más ilusorio que real y podría ser un efecto botella de champán. La última encuesta conocida, la del barómetro Celeste-TEL para eldiario. es, sitúa a Ciudadanos como cuarta fuerza política, con un 6,2%. Es un crecimiento a tener en cuenta, pero que analizando toda la ingeniería mediática que tiene detrás -y que analizamos en el siguiente punto- tampoco parece gran cosa.
5. ¿Quién apoya a Ciudadanos? El electorado de Ciudadanos quiere reformas, pero no profundas, ya que se encuentra cómodo en este sistema que nos dejó la Transición. Su preocupación es mantener el status social. Ese electorado incluye a la vieja guardia periodística, que teme verse relegada a un segundo plano. La revolución ciudadana vendrá acompañada de una revolución mediática, sí o sí. Por ello, en parte por ese temor y en parte por la afinidad ideológica neoconservadora, Ciudadanos ha encontrado apoyo público de figuras periodísticas tan relevantes como reaccionarias: Isabel San Sebastian, Carlos Herrera, Hermann Tertsch, Jimenez Losantos, Arcadi Espada, Anna Grau, Pedro J. Ramírez, Tomás Guasch o Alfonso Rojo. Una alineación de cronistas para echarse a temblar, fervientes defensores de este sistema desigual e injusto.
Cuentan también con el apoyo decidido del que sigue siendo principal periódico de información general en nuestra nación, El País. En las últimas semanas ha contado con un espacio desmedido en sus páginas, campaña mediática orquestada por Antonio Caño, su director. Una cobertura que contrasta con el ridículo vacío que recibió Podemos tras las elecciones europeas.
6. ¿Qué sabemos de Albert Rivera? Albert Rivera procede de una familia de clase media, es abogado -trabajó dos años para La Caixa- y empezó pronto en la política, concretamente en el año 2002, cuando decide unirse a las Nuevas Generaciones del Partido Popular. Su afiliación se prolongó hasta 2006, momento en que se desvincula de los populares solicitando la anulación de sus datos personales. El asunto de su affaire con el PP no es baladí. Supone un precedente a tener en cuenta en su formación ideológica. Para situarnos en la línea del tiempo, Rivera simpatizaba con el Partido Popular en plena Guerra de Irak, en el año de la reforma laboral o cuando las costas gallegas se llenaban de petróleo. Son solo datos. Como también está constatado que militó en UGT, algo que a priori, puede resultar algo contradictorio. Albert Rivera cogió el mando de Ciudadanos ocultando su pasado político. Seguramente si se hubiera conocido no habría sido elegido por el grupo promotor comandado por Albert Boadella y Arcadi Espada para liderar el proyecto. Pero lo cierto es que lo fue y su ascenso no es casual, Rivera tiene clara vocación política y defiende con cierta consistencia sus ideas. No es precisamente un rival endeble para los que defendemos la justicia social.