El artículo primero de los estatutos de la RAE dice:
«[...] tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como ha ido consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor. Para alcanzar dichos fines, estudiará e impulsará los estudios sobre la historia y sobre el presente del español, divulgará los escritos literarios, especialmente clásicos, y no literarios, que juzgue importantes para el conocimiento de tales cuestiones, y procurará mantener vivo el recuerdo de quienes, en España o en América, han cultivado con gloria nuestra lengua. Como miembro de la Asociación de Academias de la Lengua Española, mantendrá especial relación con las Academias Correspondientes y Asociadas.»
Vulgarismos en la articulación del fonema «d»
Es frecuentísima la pérdida de -d- intervocálica: comío (comido), crúo (crudo), espantá (espantada), to (todo), na (nada).
Es también corriente su pérdida en las palabras acabadas en -ado: mercao, mirao, recao, etc. Sin embargo, la articulación plena de -d- en tal posición resulta pedante; por ello, es aconsejable pronunciarla breve y suavemente.
En posición final, resulta vulgar su omisión (Madrí, realidá), que se observa en muchos lugares, y, más aún, su pronunciación como -z en final de palabra (Madriz, realidaz) o de sílaba (azmirar, azquirir).
Norma y corrección lingüística
El conocimiento y la sujeción a la norma (fonética, morfológica, léxica y sintáctica), tanto si es única como si posee variantes admitidas por las personas instruidas de un determinado territorio, es lo que proporciona al idioma su corrección. EL IGNORARLA O NO OBEDECERLA PRODUCE LA INCORRECCIÓN IDIOMÁTICA, Y ES CAUSA DE MUCHOS VULGARISMOS.
Nuestra época es rebelde a las normas, lingüísticas o no. Y HAY QUIENES DESDEÑAN LA CORRECCIÓN DEL IDIOMA, COMO IMPOSICIÓN INTOLERABLE Y HASTA COMO ATENTADO CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL.
No es razonable tal actitud, rechazada por las ideologías más avanzadas, que postulan el derecho de toda persona a participar, en la mayor medida posible, del tesoro expresivo acumulado por siglos de actividad idiomática. Nuestra presencia en la actividad social (científica, artística, política, profesional, etc.) será tanto más importante cuanto mayores sean nuestras posibilidades de comprender y de hacernos entender.
«[...] tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como ha ido consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor. Para alcanzar dichos fines, estudiará e impulsará los estudios sobre la historia y sobre el presente del español, divulgará los escritos literarios, especialmente clásicos, y no literarios, que juzgue importantes para el conocimiento de tales cuestiones, y procurará mantener vivo el recuerdo de quienes, en España o en América, han cultivado con gloria nuestra lengua. Como miembro de la Asociación de Academias de la Lengua Española, mantendrá especial relación con las Academias Correspondientes y Asociadas.»
Vulgarismos en la articulación del fonema «d»
Es frecuentísima la pérdida de -d- intervocálica: comío (comido), crúo (crudo), espantá (espantada), to (todo), na (nada).
Es también corriente su pérdida en las palabras acabadas en -ado: mercao, mirao, recao, etc. Sin embargo, la articulación plena de -d- en tal posición resulta pedante; por ello, es aconsejable pronunciarla breve y suavemente.
En posición final, resulta vulgar su omisión (Madrí, realidá), que se observa en muchos lugares, y, más aún, su pronunciación como -z en final de palabra (Madriz, realidaz) o de sílaba (azmirar, azquirir).
Norma y corrección lingüística
El conocimiento y la sujeción a la norma (fonética, morfológica, léxica y sintáctica), tanto si es única como si posee variantes admitidas por las personas instruidas de un determinado territorio, es lo que proporciona al idioma su corrección. EL IGNORARLA O NO OBEDECERLA PRODUCE LA INCORRECCIÓN IDIOMÁTICA, Y ES CAUSA DE MUCHOS VULGARISMOS.
Nuestra época es rebelde a las normas, lingüísticas o no. Y HAY QUIENES DESDEÑAN LA CORRECCIÓN DEL IDIOMA, COMO IMPOSICIÓN INTOLERABLE Y HASTA COMO ATENTADO CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL.
No es razonable tal actitud, rechazada por las ideologías más avanzadas, que postulan el derecho de toda persona a participar, en la mayor medida posible, del tesoro expresivo acumulado por siglos de actividad idiomática. Nuestra presencia en la actividad social (científica, artística, política, profesional, etc.) será tanto más importante cuanto mayores sean nuestras posibilidades de comprender y de hacernos entender.