La caza de brujas contra todos los que integran Podemos está haciendo palidecer la que desencadenó McCarthy en EEUU contra rojos y homosexuales en los años 50.
Para empezar, emplea técnicas idénticas de manipulación de masas: acusarles de aviesas intenciones totalitaristas e imputarles precisamente las mismas maniobras propagandísticas que se están utilizando contra ellos. Que Esperanza Aguirre y Rosa Díez acusen a Pablo Iglesias de ser “populista” es tomar por imbéciles a los votantes, que hace ya mucho tiempo se dieron cuenta del populismo con el que ellas se han abierto carrera política.
Pero a medida que las encuestas constatan el fulgurante ascenso del movimiento ciudadano inspirado en el 15-M, la desesperación de las clases dominantes (bastante bien definidas ahora como “casta”) ha impulsado una patética campaña de injurias y golpes bajos que refleja el pánico de esas élites a perder el poder. Los portavoces del partido en el Gobierno y los grandes medios de comunicación públicos y privados se han lanzado a una persecución implacable contra Podemos, escarbando en archivos e internet cualquier elemento que pueda desprestigiar o humillar a sus dirigentes, aunque para ello tengan que retorcer los hechos, las declaraciones y la misma realidad.
Como escribía hace poco el catedrático de Economía Juan Torres López: “No tienen miedo de la formación que lidera Pablo Iglesias sólo porque sepan que podría tomar medidas para acabar con los privilegios oligárquicos que provocan las crisis y el atraso económico. Lo que sobre todo les aterroriza es que Podemos encendieran las luces para que todos los españoles se enteren de cómo se han enriquecido quienes vienen detentando el poder político, judicial, económico y financiero en los últimos decenios gracias al dinero público y a su información privilegiada”.
Ahora ya conocemos los informes de la Comisión Europea que prueban que los recortes han golpeado a los hogares más pobres; los datos del Ibex que indican que los potentados españoles son un 67% más ricos desde que gobierna Rajoy; los de las SICAV que muestran que sólo en la primera mitad de este año el patrimonio de las grandes fortunas españolas creció un 9,5% hasta sumar casi tres billones de euros (el triple que el PIB de España); los estudios de la OCDE que calculan que España es ya el país con la mayor brecha entre ricos y pobres, y que alertan de que las rebajas salariales impuestas por las políticas de austeridad han agravado la pobreza hasta deprimir la economía…
Así que, ¿qué más teme la casta que se descubra si Podemos llega a escudriñar las cuentas del Estado y tiene a su disposición las herramientas de investigación del Ejecutivo?
Además, ante un panorama socio-económico tan desolador, con una población condenada a más del 20% de paro hasta 2017 (según las optimistas previsiones del propio Gobierno) y al continuo aumento de las desigualdades hasta niveles tercermundistas, ¿cómo pueden augurar los economistas de las élites que la llegada de Podemos a La Moncloa sería una catástrofe? ¿Consideran todo lo antedicho un éxito de la gestión gubernamental? Pues sí, parece.
¿De verdad se cree que los votantes no prefieren que sean ellos los que, por fin, puedan hacer lo que la población reclama en calles y redes? ¿O piensa que la casta puede volver a engañar a la ciudadanía con falsas promesas?
Para empezar, emplea técnicas idénticas de manipulación de masas: acusarles de aviesas intenciones totalitaristas e imputarles precisamente las mismas maniobras propagandísticas que se están utilizando contra ellos. Que Esperanza Aguirre y Rosa Díez acusen a Pablo Iglesias de ser “populista” es tomar por imbéciles a los votantes, que hace ya mucho tiempo se dieron cuenta del populismo con el que ellas se han abierto carrera política.
Pero a medida que las encuestas constatan el fulgurante ascenso del movimiento ciudadano inspirado en el 15-M, la desesperación de las clases dominantes (bastante bien definidas ahora como “casta”) ha impulsado una patética campaña de injurias y golpes bajos que refleja el pánico de esas élites a perder el poder. Los portavoces del partido en el Gobierno y los grandes medios de comunicación públicos y privados se han lanzado a una persecución implacable contra Podemos, escarbando en archivos e internet cualquier elemento que pueda desprestigiar o humillar a sus dirigentes, aunque para ello tengan que retorcer los hechos, las declaraciones y la misma realidad.
Como escribía hace poco el catedrático de Economía Juan Torres López: “No tienen miedo de la formación que lidera Pablo Iglesias sólo porque sepan que podría tomar medidas para acabar con los privilegios oligárquicos que provocan las crisis y el atraso económico. Lo que sobre todo les aterroriza es que Podemos encendieran las luces para que todos los españoles se enteren de cómo se han enriquecido quienes vienen detentando el poder político, judicial, económico y financiero en los últimos decenios gracias al dinero público y a su información privilegiada”.
Ahora ya conocemos los informes de la Comisión Europea que prueban que los recortes han golpeado a los hogares más pobres; los datos del Ibex que indican que los potentados españoles son un 67% más ricos desde que gobierna Rajoy; los de las SICAV que muestran que sólo en la primera mitad de este año el patrimonio de las grandes fortunas españolas creció un 9,5% hasta sumar casi tres billones de euros (el triple que el PIB de España); los estudios de la OCDE que calculan que España es ya el país con la mayor brecha entre ricos y pobres, y que alertan de que las rebajas salariales impuestas por las políticas de austeridad han agravado la pobreza hasta deprimir la economía…
Así que, ¿qué más teme la casta que se descubra si Podemos llega a escudriñar las cuentas del Estado y tiene a su disposición las herramientas de investigación del Ejecutivo?
Además, ante un panorama socio-económico tan desolador, con una población condenada a más del 20% de paro hasta 2017 (según las optimistas previsiones del propio Gobierno) y al continuo aumento de las desigualdades hasta niveles tercermundistas, ¿cómo pueden augurar los economistas de las élites que la llegada de Podemos a La Moncloa sería una catástrofe? ¿Consideran todo lo antedicho un éxito de la gestión gubernamental? Pues sí, parece.
¿De verdad se cree que los votantes no prefieren que sean ellos los que, por fin, puedan hacer lo que la población reclama en calles y redes? ¿O piensa que la casta puede volver a engañar a la ciudadanía con falsas promesas?