EL FIN DE LA CRISIS (VII)
Esto se logró gracias a que al menos por un momento se evitó la enfermedad crónica de la izquierda española: el sectarismo. En esas primeras movilizaciones estuvieron juntos militantes políticos de distintos partidos o de ninguno, amas de casa, jubilados, estudiantes, parados. Pero cuando se trata de organizarse para gestionar las instituciones del Estado y entra en juego el poder todo resulta más difícil: la actitud crítica que caracteriza a la izquierda —y que debe caracterizarla— se convierte con frecuencia en una enfermedad autoinmune que se vuelve contra sí misma. Las energías se desperdician en debates cuyo contenido oculta en el mejor de los casos dogmatismos ideológicos y en el peor intereses personales. Y por el momento no parece que la situación haya cambiado.
Es de esperar que hayamos aprendido algo. Porque habrá que elegir: o quienes nos negamos a aceptar el fin del modesto Estado de bienestar que caracterizaba a Europa somos capaces de aparcar diferencias y compartir con otros la gestión del Estado o si seguimos como hasta ahora nos pasará lo mismo que a los cristianos durmientes. Solo que el mundo que encontraremos al despertar será muy distinto del que ellos encontraron.
Augusto Klappenbach
Escritor y filósofo
Fuente http://blogs. publico. es/dominiopublico/12610/el-fin -de-la-crisis/
Esto se logró gracias a que al menos por un momento se evitó la enfermedad crónica de la izquierda española: el sectarismo. En esas primeras movilizaciones estuvieron juntos militantes políticos de distintos partidos o de ninguno, amas de casa, jubilados, estudiantes, parados. Pero cuando se trata de organizarse para gestionar las instituciones del Estado y entra en juego el poder todo resulta más difícil: la actitud crítica que caracteriza a la izquierda —y que debe caracterizarla— se convierte con frecuencia en una enfermedad autoinmune que se vuelve contra sí misma. Las energías se desperdician en debates cuyo contenido oculta en el mejor de los casos dogmatismos ideológicos y en el peor intereses personales. Y por el momento no parece que la situación haya cambiado.
Es de esperar que hayamos aprendido algo. Porque habrá que elegir: o quienes nos negamos a aceptar el fin del modesto Estado de bienestar que caracterizaba a Europa somos capaces de aparcar diferencias y compartir con otros la gestión del Estado o si seguimos como hasta ahora nos pasará lo mismo que a los cristianos durmientes. Solo que el mundo que encontraremos al despertar será muy distinto del que ellos encontraron.
Augusto Klappenbach
Escritor y filósofo
Fuente http://blogs. publico. es/dominiopublico/12610/el-fin -de-la-crisis/