11M: La vergüenza de un Gobierno
A la muerte, la desolación y el caos por los atentados les siguió el ejercicio de manipulación y mentira institucional más abyecto que se haya producido en democracia: la atribución de los atentados a ETA. Todo por salvar unas elecciones
— La trama del 11M y la técnica para fabricar una teoría de la conspiración
A la muerte, la desolación y el caos por los atentados les siguió el ejercicio de manipulación y mentira institucional más abyecto que se haya producido en democracia: la atribución de los atentados a ETA. Todo por salvar unas elecciones
— La trama del 11M y la técnica para fabricar una teoría de la conspiración
16 de marzo de 2003, cuando George Bush, flanqueado por José María Aznar y Tony Blair, anunció en las Azores la “hora de la verdad para el mundo”, intuí que aquellas palabras grandilocuentes traerían desgracias no solo para los iraquíes –100.000 murieron en la guerra desatada cuatro días después y hasta un millón durante la ocupación militar en la década siguiente–, sino para los aliados incondicionales de Washington. Al Qaeda había sido duramente castigada en Afganistán por EEUU tras los atentados de 2001, pero disponía de células listas para actuar en distintos países. Dos meses justos después de la cumbre de las Azores, una de esas células llevó a cabo varios ataques en lugares simbólicos de Casablanca, Marruecos. El más mortífero fue el de la Casa de España, donde varios terroristas se inmolaron causando la muerte de 23 comensales y empleados, entre ellos tres ciudadanos españoles. También fue atacada la anexa Cámara Española de Comercio, aunque sin víctimas. El Gobierno de Aznar minimizó el aviso que encerraban esos atentados, aunque varios expertos advirtieron de que España había entrado en el punto de mira de los yihadistas.