Es muy gratificante escribir a una madre, que es ese ser maravilloso que nos trajo al mundo y que nos llevó en su seno antes de nacer. Tanto se la tenemos viva, y con nosotros, o si ya nos dejó, como es mi caso, pero que aunque hace ya diez años se sigue queriendo, se sigue añorando, y esperando volver a verla alguna vez. Yo he escrito unos versos a la mía que dicen así:
Me sentía inmensamente feliz
cuando de ella solo dependía`
porque lo tenia todo para mi
ella me lo daba y nada me pedía.
Fue mi infancia tan maravillosa
que llevo dentro de mi corazón
el amor que sembraste gozosa,
en mi alma y hasta mi razón.
Eras insignificante pero inmensa,
todo en tu interior era bondad,
parecías diminuta e indefensa.
pero llena de dulzura y humildad.
Hace ya diez años que te fuiste
se que ya nunca más vendrás,
hazme un lugar allá en el cielo
porque junto a ti yo quiero estad. r.
Me sentía inmensamente feliz
cuando de ella solo dependía`
porque lo tenia todo para mi
ella me lo daba y nada me pedía.
Fue mi infancia tan maravillosa
que llevo dentro de mi corazón
el amor que sembraste gozosa,
en mi alma y hasta mi razón.
Eras insignificante pero inmensa,
todo en tu interior era bondad,
parecías diminuta e indefensa.
pero llena de dulzura y humildad.
Hace ya diez años que te fuiste
se que ya nunca más vendrás,
hazme un lugar allá en el cielo
porque junto a ti yo quiero estad. r.