Mi madre, en tardes como estas, de lluvia y de frío, de reunía con mis hijos, en su casa, donde ellos la iban a buscar al salir de la escuela y les preparaba unas meriendas maravillosas.
Eran tres niños de 9,8 y 3 años. Y cada uno pedía una cosa distinta, pero la abuela que ya tenía 75 años con una paciencia y una amor. infinitos, iba preparando a cada uno de ellos lo que le habían pedido y por muy laborioso y complicado que fuera, ella no era feliz hasta no verlos a todos, disfrutando la comida que ellos le habían solicitado.
Ya están los tres casados y con hijos, y siempre que nos reunimos salen a relucir los desayunos, las meriendas o las cenas, que les preparaba su queridísima abuela y el cariño con que los atendía y los entretenía cada día. Esta era mi madre, esta era su abuela, esta era una santa.
Eran tres niños de 9,8 y 3 años. Y cada uno pedía una cosa distinta, pero la abuela que ya tenía 75 años con una paciencia y una amor. infinitos, iba preparando a cada uno de ellos lo que le habían pedido y por muy laborioso y complicado que fuera, ella no era feliz hasta no verlos a todos, disfrutando la comida que ellos le habían solicitado.
Ya están los tres casados y con hijos, y siempre que nos reunimos salen a relucir los desayunos, las meriendas o las cenas, que les preparaba su queridísima abuela y el cariño con que los atendía y los entretenía cada día. Esta era mi madre, esta era su abuela, esta era una santa.