En febrero de 1989, las últimas tropas soviéticas abandonaron Afganistán. Se intentaba así dar el control del poder al Partido Democrático Popular de Afganistán en un esfuerzo genuino por estabilizar el país. Una vez retiradas, las organizaciones militares y de inteligencia de la URSS prestaron su apoyo al gobierno de Mohammad Najibullah para mejorar las relaciones entre el gobierno de Kabul y los líderes de las facciones rebeldes muyahidines, algo que resultó imposible tras la caída de la Unión ... (ver texto completo)
¡Viva el ejército rojo, ¡viva!