De inocente no tiene nada, aunque sí de marrullero,...

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De inocente no tiene nada, aunque sí de marrullero, de mentiroso, de cínico y de hipócrita. Un moderno fariseo que se rasga las vestiduras cuando tras haber incendiado con su verborrea a las hordas de la izquierda, intenta desmarcarse haciéndose el ofendido porque otros le acusan de ser el responsable. Hace falta tener desfachatez, aunque eso ya sabemos que solo es una de sus facetas, y no precisamente positivas, que acompañan a semejante engendro político que tenemos en desgracia de padecer desde hace décadas.
Un muñidor del embuste, de la demagogia y del histrionismo capaz de convertir sus faltas y defectos en los de sus enemigos políticos, en un ejercicio de camaleonismo que de tanto practicarlo ya forma parte sustancial de su carácter. Como el comunicador Losantos definía, "no es que mienta siempre, es que desconoce la verdad". Y es verdad, su discurso tan sectario y alejado de la realidad, solo tiene como objetivo desprestigiar al contrario y hacerle culpable de los desmanes que él mismo ha provocado.

Se puede ser miserable, sectario y demagógico, pero en este sujeto aún desconocemos sus verdaderos límites. Es verdad, que siempre dice esa frase como muletilla, como si en esas dos palabras se sustentara toda la legitimidad de las burdas manipulaciones y falsedades de su discurso. Es verdad que tras su fachada de hombre tranquilo y afable, se esconde un ser vengativo, despiadado y capaz de perseguir y destruir a quienes han osado oponérsele. Hay demasiados que han sufrido o están por sufrir su venganza.

Es verdad que su soberbia y su obsesión por el poder, le ha llevado a confesar cosas del estilo de "lo sé todo de todos", en una actitud de amenaza indiscriminada global que incluía a sus propios camaradas. Es verdad que siempre se ha sabido rodear de fieles subordinados dispuestos a emular a su jefe en las peores facetas de su carácter y de su lengua viperina. Es verdad que es el tipo de persona que antepone los fines no importando los medios necesarios para alcanzarlos. Es verdad que no condena la violencia, siempre que esta sirva para sus objetivos.

Por eso, resulta repugnante y vomitiva su sola presencia en los medios de comunicación. Saber que sigue aún ahí y que hay muchos que escuchan sus palabras y se convencen sin ver las mentiras que esconden. Por eso resulta irritante ver que no hay nadie que le enmiende y le desnude ante la opinión pública y le presente como lo que es verdaderamente. Por eso y a pesar de todo, la inmensa mayoría del pueblo español no se ha dejado engañar por una pose y unas soflamas que solo intentan recuperar el poder perdido. Por eso debemos ser los ciudadanos los que pongamos fin a estas burdas manipulaciones y acciones de crispación callejera.

No dejemos que España caiga en manos de desaprensivos y gentuza sin escrúpulos a quienes solo les importa su propio futuro y bienestar. No dejemos que sean ellos los que tomen la calle de forma impune y se sientan ofendidos y atacados si las FFyCCSE cumplen con su deber al evitar esta anarquía teledirigida. No dejemos que usurpen y se erijan en representantes de la inmensa mayoría de este País, que ha sabido decirles un NO rotundo en las urnas y les ha llevado al sitio que les corresponde por sus viles actuaciones.

España no se merece sufrir y despedazarse por la actitud revanchista de estas hordas de anti todo jaleadas por traidores.