San Jorge nació hacia el año 275 o 280 (Siglo III d. C.) en Capadocia – perteneciente a la región de Anatolia (en Capadocia que anters era Armenia y ahora pertenece a Turquía) en tiempos del Imperio Romano; era hijo de una familia romana de nobles acomodados de religión cristiana.
Siendo un niño perderá a su padre, Geroncio y viajará con su madre Policromía (de origen griega) a Palestina, al pueblo de Lydda o Diospolis, donde su madre nació, y lugar donde se criaría.
En Palestina recibirá el tratamiento de caballero, siendo tribuno militar, aún siendo menor de 30 años, una hazaña muy importante por aquel entonces.
De seguida le colocaron como guardia personal del emperador Diocleciano (285-305).
Este mismo emperador persiguió sin cuartel a todos los cristianos de su imperio.
LA LEYENDA DE ST JORGE Y EL DRAGON:
Siendo un joven oficial en tierras de Libia, estuvo la ciudad de Silca o Silene, donde acudían a veces dragones. Cuenta la leyenda que un dragón, estuvo atacando Silca durante un periodo de tiempo. El dragón era muy feroz y se llevaba niños, jóvenes y mujeres que acababan muertos. Un buen día, según cuenta la leyenda, el dragón exigió que le entregarán a la bella hija del Rey de Silene. El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las bellas pertenencias que tenía a cambio de la vida de su hija. El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara a su hija ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón a la población. Pero el rey no quería aquella muerte horrible para su hija. Para apaciguar los deseos del pueblo, el monarca aceptó entregarle a la princesa.
La bendijo y la dejó a fuera de las murallas de su ciudad para que el dragón la recogiera.
San Jorge que en ese momento llegó a la ciudad se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada. La doncella le respondió a sus preguntas como pudo. San Jorge le ofreció su ayuda y su protección. En ese momento, justamente, llegó el dragón enfurecido que salía del lago donde vivía. Rápidamente St. Jorge montó sobre su caballo y sacó su espada y con mucho coraje se le enfrentó. Mientras luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella bestia del mal a cambio de la victoria. En su armadura el símbolo de la cruz en blanco lucía sobre su pecho y mientras el enfrentamiento, St. Jorge seguía abogándose al todo poderoso.
Una vez que pudo controlar al animal, St. Jorge pidió a la princesa que atara al cuello del dragón su cinturón y así lo hizo la joven. Los villanos (la gente del pueblo) que siguieron el combate desde las murallas salieron a ver muerto al dragón. Cargaron en carro a la bestia mitológica todavía viva, adormecida, a causa del impacto del caballero cristiano con su espada.
Una vez en la ciudad, ante toda la población y del rey, San Jorge les dijo:
“El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le honréis recibiendo el sacramento del bautismo. Dejad vuestras creencias y entregaros al dios de los cristianos y a cambio yo mataré al dragón con mi espada”. Enseguida que el dragón parecía que iba despertando la gente se horrorizó y se dejaron bautizar por el santo.
En cuando el dragón despertó, San Jorge montó en su caballo y con un su espada atravesó al dragón, cayendo éste desplomado al suelo. Su sangre se escampó por todo y de rodillas St. Jorge entregó a Dios su victoria.
Dice incluso su leyenda que San Jorge quiso hablar con el rey y enseñarle cuatro nuevas aptitudes: Crear y honrar una iglesia al Dios cristiano, ayudar a sus sacerdotes, asistir regularmente a misa y proteger a los pobres y necesitados.
Al principio, cuenta la leyenda, San Jorge ocultó su religión hasta que un tiempo después decidió hacer pública su condición de cristiano. Cuando el emperador conoció este dato, no dudó muy enfadado, ordenar ejecutar al joven tribuno. San Jorge protestó y criticó la política persecutoria del emperador.
Días después de su tortura por parte del ejército romano, San Jorge fue decapitado, muriendo así el 23 de abril del 303. Su tortura tuvo como escena las murallas de Nicomedia (Turquía), donde estaba destinado.
Los testigos de sus torturas y posterior muerte acudieron a la emperatriz Alejandra de Bizancio para contarle aquel momento. Los mismos convencieron a la monarca de que se convirtiera al cristianismo.
Su cuerpo fue sepultado en la población de su madre: Lydda, también conocida como “Hagio Georgiopolis”. Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los cristianos ortodoxos griegos.
En la inscripción de su tumba se lee: “San Jorge, portador del estandarte” en griego.
En Israel se cuenta que el venerable nació en Lydda (Israel) y no en Capadocia, como cuenta la leyenda.
Su fábula la trajeron los marineros y cruzados europeos venidos de Siria en el siglo XI. En Grecia, el primer país que introduce en su liturgia la vida de este santo, tan venerado. Antes de estos acontecimientos, San Jorge ya era muy querido en Siria y Palestina. El emperador Constantino I construyó una iglesia en honor al santo convirtiéndolo en un beato para la iglesia ortodoxa griega.
Uno de los primeros Papas de la Iglesia le canonizó en el año 494 y fue el papa Gelasio I, señalándo como fiesta de San Jorge el día que murió degollado, el 23 de abril e inscrito en el santoral católico.
En el siglo VI, un abad irlandés, Adomnanus de la isla de Iona se hizo con los relatos del obispo de Galia, en que Arkulf peregrinó a Tierra Santa hacia el año 680 y trajo consigo la leyenda.
Los cruzados de la Tercera Cruzada (1189-1192) intentaron recuperar la iglesia destruida años atrás en el 1010 y posteriormente volvió a ser destruida por los hombres de Saladino en el año 1191. No se pudo construir ninguna iglesia en aquel emplazamiento hasta el siglo XIX, en el año 1872.
En España, este santo vino de la mano del rey aragonés, Pedro I, que parece ser, se le apareció durante la batalla de Alcóraz (Huesca) en el año 1096.
Pedro II fue quien fundó en el año 1202 la orden militar de San Jorge en un castillo de Tarragona.
Su hijo, Jaime I “El Conquistador” también habla de St. Jorge en su libro de hechos, en la que relata que se le apareció el santo cuando estaba conquistando Mallorca y Valencia.
Desde entonces, su leyenda está muy vinculada a la corona de Aragón.
San Jorge fue siempre el segundo patrón de Cataluña, después de Sant Jaume y el primero de Aragón, y adoptado como uno de los santos más venerados de la costa levantina española.
INTERPRETACIÓN DE SU FIGURA CON EL DRAGON:
Animal mitológico que surge en varias leyendas de todo el mundo, principalmente europeas y asiáticas
De siempre la iglesia católica ha interpretado la figura de San Jorge como el arma de Dios en la Tierra. Su caballo blanco en el que iba montado, era la iglesia.
La lanza el arma otorgado por Dios era para acabar con la blasfemia, el mal, la tentación y sobre el ángel caído, que en este caso, es la figura del Dragón.
Curiosamente tiene mucho que ver con la figura de San Miguel Arcángel, ambos matando al dragón o al demonio con arma de metal, lanza o espada.
En el Medievo, la leyenda nos sitúa a un San Jorge ante una princesa prisionera de un dragón, delante del castillo o de unas murallas de una ciudad en el que su padre es el rey, quien además es quien pide al santo que la rescate en su nombre.
Siendo un niño perderá a su padre, Geroncio y viajará con su madre Policromía (de origen griega) a Palestina, al pueblo de Lydda o Diospolis, donde su madre nació, y lugar donde se criaría.
En Palestina recibirá el tratamiento de caballero, siendo tribuno militar, aún siendo menor de 30 años, una hazaña muy importante por aquel entonces.
De seguida le colocaron como guardia personal del emperador Diocleciano (285-305).
Este mismo emperador persiguió sin cuartel a todos los cristianos de su imperio.
LA LEYENDA DE ST JORGE Y EL DRAGON:
Siendo un joven oficial en tierras de Libia, estuvo la ciudad de Silca o Silene, donde acudían a veces dragones. Cuenta la leyenda que un dragón, estuvo atacando Silca durante un periodo de tiempo. El dragón era muy feroz y se llevaba niños, jóvenes y mujeres que acababan muertos. Un buen día, según cuenta la leyenda, el dragón exigió que le entregarán a la bella hija del Rey de Silene. El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las bellas pertenencias que tenía a cambio de la vida de su hija. El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara a su hija ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón a la población. Pero el rey no quería aquella muerte horrible para su hija. Para apaciguar los deseos del pueblo, el monarca aceptó entregarle a la princesa.
La bendijo y la dejó a fuera de las murallas de su ciudad para que el dragón la recogiera.
San Jorge que en ese momento llegó a la ciudad se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada. La doncella le respondió a sus preguntas como pudo. San Jorge le ofreció su ayuda y su protección. En ese momento, justamente, llegó el dragón enfurecido que salía del lago donde vivía. Rápidamente St. Jorge montó sobre su caballo y sacó su espada y con mucho coraje se le enfrentó. Mientras luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella bestia del mal a cambio de la victoria. En su armadura el símbolo de la cruz en blanco lucía sobre su pecho y mientras el enfrentamiento, St. Jorge seguía abogándose al todo poderoso.
Una vez que pudo controlar al animal, St. Jorge pidió a la princesa que atara al cuello del dragón su cinturón y así lo hizo la joven. Los villanos (la gente del pueblo) que siguieron el combate desde las murallas salieron a ver muerto al dragón. Cargaron en carro a la bestia mitológica todavía viva, adormecida, a causa del impacto del caballero cristiano con su espada.
Una vez en la ciudad, ante toda la población y del rey, San Jorge les dijo:
“El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le honréis recibiendo el sacramento del bautismo. Dejad vuestras creencias y entregaros al dios de los cristianos y a cambio yo mataré al dragón con mi espada”. Enseguida que el dragón parecía que iba despertando la gente se horrorizó y se dejaron bautizar por el santo.
En cuando el dragón despertó, San Jorge montó en su caballo y con un su espada atravesó al dragón, cayendo éste desplomado al suelo. Su sangre se escampó por todo y de rodillas St. Jorge entregó a Dios su victoria.
Dice incluso su leyenda que San Jorge quiso hablar con el rey y enseñarle cuatro nuevas aptitudes: Crear y honrar una iglesia al Dios cristiano, ayudar a sus sacerdotes, asistir regularmente a misa y proteger a los pobres y necesitados.
Al principio, cuenta la leyenda, San Jorge ocultó su religión hasta que un tiempo después decidió hacer pública su condición de cristiano. Cuando el emperador conoció este dato, no dudó muy enfadado, ordenar ejecutar al joven tribuno. San Jorge protestó y criticó la política persecutoria del emperador.
Días después de su tortura por parte del ejército romano, San Jorge fue decapitado, muriendo así el 23 de abril del 303. Su tortura tuvo como escena las murallas de Nicomedia (Turquía), donde estaba destinado.
Los testigos de sus torturas y posterior muerte acudieron a la emperatriz Alejandra de Bizancio para contarle aquel momento. Los mismos convencieron a la monarca de que se convirtiera al cristianismo.
Su cuerpo fue sepultado en la población de su madre: Lydda, también conocida como “Hagio Georgiopolis”. Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los cristianos ortodoxos griegos.
En la inscripción de su tumba se lee: “San Jorge, portador del estandarte” en griego.
En Israel se cuenta que el venerable nació en Lydda (Israel) y no en Capadocia, como cuenta la leyenda.
Su fábula la trajeron los marineros y cruzados europeos venidos de Siria en el siglo XI. En Grecia, el primer país que introduce en su liturgia la vida de este santo, tan venerado. Antes de estos acontecimientos, San Jorge ya era muy querido en Siria y Palestina. El emperador Constantino I construyó una iglesia en honor al santo convirtiéndolo en un beato para la iglesia ortodoxa griega.
Uno de los primeros Papas de la Iglesia le canonizó en el año 494 y fue el papa Gelasio I, señalándo como fiesta de San Jorge el día que murió degollado, el 23 de abril e inscrito en el santoral católico.
En el siglo VI, un abad irlandés, Adomnanus de la isla de Iona se hizo con los relatos del obispo de Galia, en que Arkulf peregrinó a Tierra Santa hacia el año 680 y trajo consigo la leyenda.
Los cruzados de la Tercera Cruzada (1189-1192) intentaron recuperar la iglesia destruida años atrás en el 1010 y posteriormente volvió a ser destruida por los hombres de Saladino en el año 1191. No se pudo construir ninguna iglesia en aquel emplazamiento hasta el siglo XIX, en el año 1872.
En España, este santo vino de la mano del rey aragonés, Pedro I, que parece ser, se le apareció durante la batalla de Alcóraz (Huesca) en el año 1096.
Pedro II fue quien fundó en el año 1202 la orden militar de San Jorge en un castillo de Tarragona.
Su hijo, Jaime I “El Conquistador” también habla de St. Jorge en su libro de hechos, en la que relata que se le apareció el santo cuando estaba conquistando Mallorca y Valencia.
Desde entonces, su leyenda está muy vinculada a la corona de Aragón.
San Jorge fue siempre el segundo patrón de Cataluña, después de Sant Jaume y el primero de Aragón, y adoptado como uno de los santos más venerados de la costa levantina española.
INTERPRETACIÓN DE SU FIGURA CON EL DRAGON:
Animal mitológico que surge en varias leyendas de todo el mundo, principalmente europeas y asiáticas
De siempre la iglesia católica ha interpretado la figura de San Jorge como el arma de Dios en la Tierra. Su caballo blanco en el que iba montado, era la iglesia.
La lanza el arma otorgado por Dios era para acabar con la blasfemia, el mal, la tentación y sobre el ángel caído, que en este caso, es la figura del Dragón.
Curiosamente tiene mucho que ver con la figura de San Miguel Arcángel, ambos matando al dragón o al demonio con arma de metal, lanza o espada.
En el Medievo, la leyenda nos sitúa a un San Jorge ante una princesa prisionera de un dragón, delante del castillo o de unas murallas de una ciudad en el que su padre es el rey, quien además es quien pide al santo que la rescate en su nombre.