José Antonio Primo de Griñán
Le pusieron José Antonio/
cuando aún no se sabía/
que con el tiempo sería/
como nombrar al demonio/.
(Las
familias de derechas
ponían nombre a sus delfines
tras el de gentes afines
que hicieron cosas bien hechas)
Durante el tiempo de Franco
José Antonio no se mueve
y su protesta es bien leve
por si le dan con el tranco.
Pasada la
dictadura
se nos vuelve antifascista,
rojo, laico, ecologista,
como más de un caradura.
Consigue al fin el poder
cuando a Chaves se lo llevan
a
Madrid, cuando lo elevan
a vicepresi tercer.
Mas… topamos con el nombre
¿Qué hacer con tal etiqueta
que suena a facha pureta
por más que rojo sea el
hombre?
Pues nada, se plebeyiza,
y en plan palmada en la espalda,
se difumina y se salda
la onomástica ojeriza.
Y Pepe le llamaremos
cual vecino de cualquiera,
Pepe, tal como si fuera
un
amigo que tenemos.
Pepe, en plan bar de camino,
Pepe, cual mi frutería,
Pepe, cual peluquería,
Pepe, cual buen jacobino.
Mas ¡Ay!, que las viejas formas
no se cambian con el nombre
así que a nadie le asombre
que pervivan viejas normas.
Y por más que Griñán quiera
llamarse Pepe a diario,
es aún más autoritario
que fue Primo de Rivera:
Encubre las corruptelas
que le sirven en bandeja
a una banda que asemeja
la Cueva de Luis Candelas,
no lo eligieron las gentes
de la base del partido,
manda más, y es más temido
¿no son pruebas suficientes?