PSOE, PP e IU han perdido una oportunidad de oro para mejorar su retrato político ante los andaluces.
El exinterventor general de la Junta de Andalucía, Manuel Gómez, ha escrito una indignada carta al presidente del Parlamento en la que asegura sentirse agredido por “una caterva de políticos cobardes y sin honor”. El exinterventor, cuyo paso por la comisión de investigación marcó un antes y un después, ha reiterado en numerosas ocasiones que los funcionarios de la Intervención enviaron hasta 15 informes advirtiendo de que las ayudas sociolaborales ahora bajo la lupa de la justicia no estaban sujetas a ningún procedimiento legal. Sus avisos cayeron en saco roto. Los políticos destinatarios de esos informes durante una década, que ni vieron, ni oyeron, ni dijeron nada, se escudan en que no se emitió el famoso informe de actuación, de más gravedad. Es difícil precisar si procedía o no tal informe, la ley es, en este punto, algo ambigua. Ojalá se hubiera redactado porque entonces hoy la historia sería otra. En cualquier caso y por sentido común, si el Parlamento reprueba a la Intervención General de la Junta por no haber llamado a los bomberos ante un caso que olía a quemado, debería, por decencia y coherencia, amonestar igualmente a todos los receptores de esos 15 informes que alertaban de que salían llamas del extractor y no hicieron nada de nada.
El PP, quizás, debería haberse ajustado a los hechos probados, antes de defender a toda costa un dictamen político que se llevara por delante al presidente andaluz, José Antonio Griñán. El PP unió sus votos al PSOE y con las mismas papeletas del no ha salvado a los exconsejeros, ahorrándole a los socialistas la encrucijada de que el Parlamento sancionara a Viera, diputado en el Congreso. Lo mismo podrían haber exigido su dimisión. Pero los populares, los mismos que descafeinaron la comisión de Bankia y han amordazado la del Madrid-Arena, prefieren la política de tierra quemada. Y bajo la premisa de mantener su coherencia, han optado por servir de coartada al PSOE. Y están satisfechos y felices. O eso parece.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
El exinterventor general de la Junta de Andalucía, Manuel Gómez, ha escrito una indignada carta al presidente del Parlamento en la que asegura sentirse agredido por “una caterva de políticos cobardes y sin honor”. El exinterventor, cuyo paso por la comisión de investigación marcó un antes y un después, ha reiterado en numerosas ocasiones que los funcionarios de la Intervención enviaron hasta 15 informes advirtiendo de que las ayudas sociolaborales ahora bajo la lupa de la justicia no estaban sujetas a ningún procedimiento legal. Sus avisos cayeron en saco roto. Los políticos destinatarios de esos informes durante una década, que ni vieron, ni oyeron, ni dijeron nada, se escudan en que no se emitió el famoso informe de actuación, de más gravedad. Es difícil precisar si procedía o no tal informe, la ley es, en este punto, algo ambigua. Ojalá se hubiera redactado porque entonces hoy la historia sería otra. En cualquier caso y por sentido común, si el Parlamento reprueba a la Intervención General de la Junta por no haber llamado a los bomberos ante un caso que olía a quemado, debería, por decencia y coherencia, amonestar igualmente a todos los receptores de esos 15 informes que alertaban de que salían llamas del extractor y no hicieron nada de nada.
El PP, quizás, debería haberse ajustado a los hechos probados, antes de defender a toda costa un dictamen político que se llevara por delante al presidente andaluz, José Antonio Griñán. El PP unió sus votos al PSOE y con las mismas papeletas del no ha salvado a los exconsejeros, ahorrándole a los socialistas la encrucijada de que el Parlamento sancionara a Viera, diputado en el Congreso. Lo mismo podrían haber exigido su dimisión. Pero los populares, los mismos que descafeinaron la comisión de Bankia y han amordazado la del Madrid-Arena, prefieren la política de tierra quemada. Y bajo la premisa de mantener su coherencia, han optado por servir de coartada al PSOE. Y están satisfechos y felices. O eso parece.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.