Las generaciones que del 28-F no hemos administrado bien el éxito de aquella explosión de sentimientos andaluces. No me refiero a la de gestión política, que también, sino a la evolución sociológica. Quizás hayamos exagerado las vanidades en detrimento de la realidad futura y la consecuencia sea la desafección o involución promovida desde fuera. Sobre la importancia del hecho histórico hemos realizado películas y series de televisión, debates y conferencias, seminarios y estudios como si perteneciera a un pasado concluido, siendo cierto que fue importante para la historia andaluza y decisivo para la española.
Hemos gastado capital y energía para crear un mito (imposible) con Blas Infante y un museo de la Autonomía cuando aún no existe el de la Historia de Andalucía que proponía Domínguez Ortiz. Hemos oído que antes del 28-F no existía Andalucía, cuando con la griega es la entidad culta más antigua de las europeas, y escenario de las aportaciones universales. Hemos dedicado más tiempo a pensar en lo que hicimos que a reflexionar sobre lo que debemos hacer. Hemos llegado a creer que con el 28-F llegamos al final del camino, cuando solo fue un paso importante, el aviso tan necesario ahora de que Andalucía existe. Es cierto que los retratos de aquel momento y el vigente son distintos, ya no existen muchos de aquellos grandes males, pero también que no han desaparecido algunas causas que los hicieron posible y, sin embargo, la vanidad parece ocultarnos el ascenso de la involución sociológica impulsado por quienes pretenden una España del pasado. En Andalucía está mirándose más a España que a ella misma, quizás porque la realidad histórica enseña que España no existiría sin Andalucía y Andalucía continuaría existiendo sin España, pero los andaluces somos tan responsables que no replanteamos la idea de España y el resto de España nos lo compensa con críticas y desprecios a nuestra forma de entender la vida. La voz popular dice que cuanto más te agachas, más se te ve, por eso el 28-F que debería seguir siendo mañana continúa llamándonos a sacar pecho.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
Hemos gastado capital y energía para crear un mito (imposible) con Blas Infante y un museo de la Autonomía cuando aún no existe el de la Historia de Andalucía que proponía Domínguez Ortiz. Hemos oído que antes del 28-F no existía Andalucía, cuando con la griega es la entidad culta más antigua de las europeas, y escenario de las aportaciones universales. Hemos dedicado más tiempo a pensar en lo que hicimos que a reflexionar sobre lo que debemos hacer. Hemos llegado a creer que con el 28-F llegamos al final del camino, cuando solo fue un paso importante, el aviso tan necesario ahora de que Andalucía existe. Es cierto que los retratos de aquel momento y el vigente son distintos, ya no existen muchos de aquellos grandes males, pero también que no han desaparecido algunas causas que los hicieron posible y, sin embargo, la vanidad parece ocultarnos el ascenso de la involución sociológica impulsado por quienes pretenden una España del pasado. En Andalucía está mirándose más a España que a ella misma, quizás porque la realidad histórica enseña que España no existiría sin Andalucía y Andalucía continuaría existiendo sin España, pero los andaluces somos tan responsables que no replanteamos la idea de España y el resto de España nos lo compensa con críticas y desprecios a nuestra forma de entender la vida. La voz popular dice que cuanto más te agachas, más se te ve, por eso el 28-F que debería seguir siendo mañana continúa llamándonos a sacar pecho.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.