Abro un libro, todavía con la tinta "caliente", lo huelo, lo manoseo, siento la aspereza de su papel, lo cierro, y lo vuelvo a abril.
Donde se ponga éso, que se quiten todos los ordenadores del mundo.
Donde se ponga éso, que se quiten todos los ordenadores del mundo.
Y que lo digas. Un amigo que me suele dejar literatura, me prestó uno de esos libros electrónicos que parecen un marco de fotos y que según me dijo, pueden almacenar toneladas de libros en pdf; me pareció muy interesante por que te puedes llevar una biblioteca a donde quieras, pero nunca en mi opinión sustituirá la agradable sensación del contacto de un libro clásico.