Este sistema, si hay Dios que lo aguante, entre otros motivos, porque a ver qué Dios aguanta a los naturales y no tan naturales de estas regiones, nacionalidades, naciones, viejos reinos o comunidades autónomas que convivimos con más o menos armonía en este territorio al que, desde hace unos muy pocos siglos para acá, llamamos otra vez Hispania,
España, o Reino de España o de las Españas, si no es por la fuerza de las armas.
Otra cosa es, que la Cámara de Representación Territorial, o sea, El Senado, cumpla su función y, en ella, estén plenamente integrados y representados los intereses de todos estos conjuntos humanos que que en viven en territorios diferentes y que, aunque parezcan iguales, no lo son en muchas aspectos. Algunos, con lengua propia.
Cuando hablamos de
Francia, quizá estemos añorando un sistema centralizado, donde todas las decisiones se toman en París, y estemos olvidando, aquello de “llibertad, amnistía y estatut de autonomía”. Eso, en una lengua que todos entendemos o deberíamos entender, como el gallego o el portugués pero, que si no entendemos o no queremos entender, para eso están en la época en que vivimos, los traductores simultáneos. Sobre todo para el euskera.
Remodelar el sistema, creo yo que ya se debiera hacer, porque después de treinta años de uso, ya va siendo hora que le echemos una ojeadita, más que nada, para racionalizarlo y que no se de como ahora, la duplicidad de funciones entre las del
Gobierno Central y las de los demás. Que quede clarito, cuales son unas y otras.