Los féretros de las víctimas, cubiertos por banderas de
España, son sacados a hombros de
familiares,
guardias civiles y policías nacionales del edificio del
Gobierno Civil de
Zaragoza donde se instaló la capilla ardiente. El atentado de la organización
terrorista ETA contra la casa cuartel de la
Guardia Civil de Zaragoza el 11 de diciembre de 1987 mató a 11 personas, entre ellas cinco niñas, con edades comprendidas entre los tres y los 12 años, y 88 heridos, la mayoría civiles. La explosión de un coche bomba con 250 kilos de amonal poco después de la seis de la mañana, cuando la mayoría de los habitantes de la casa cuartel se encontraba durmiendo, destrozó el inmueble y sepultó a las víctimas bajo los cascotes.