Buenas tardes de sobremesa: ...

Buenas tardes de sobremesa:
Nunca es tarde para cambiar si de verdad lo creemos conveniente. Pero tenemos que quererlo nosotros mismos, en nuestro fuero interno. Que la gente te quiera cambiar no sirve de nada si tu estás conforme en cómo eres, qué piensas, y no estás dispuesto/ a a aceptar que te has equivocado.
Vivir y equivocarse es lo más fácil del mundo. Quien diga que nunca cometió un fallo no quiera llamarse humano. A veces, es verdad que hacemos daño a los demás, pero a lo mejor no nos importa dañar por dañar, o a lo mejor si, y queremos rectificar. Dicen que rectificar es de sabios.
Hay gente que sabe que se equivoca y quiere engañarse a si mismo, y decir que los que se equivocan son los demás. Pero las pruebas de una equivocación están ahí, se ven. Entonces, el equivocado es el que lo niega y encima, a veces, hasta hecha las culpas a otros de su propia equivocación. Ese es seguro que quiere vivir en un error, porque a lo mejor le resulta rentable actuar de esa forma.
Nos equivocamos y aprendemos, si vemos la equivocación, el fallo. Si miramos de forma limpia lo que nos rodea. Y la mirada limpia la tenemos todos si dejamos lo superfluo y miramos en nuestro interior. La conciencia a veces nos machaca por fuera y por dentro y debemos saber por qué sucede eso. Puede que no estemos de acuerdo con nuestra propia conducta y a fuerza de ocultarla, algo se rebela en nuestro interior.