MADRID, MADRID, MADRID...

MADRID, MADRID, MADRID
Lo mejor de Madrid para mi era cuando llegaba el fin de semana y me buscaba la forma de irme a mi pueblo, en el coche de mis tíos. Porque después de pasar la semana trabajando y estudiando, si había posibilidad de salir, era una gozada.
Ir al trabajo en metro y aprovechar los tiempos muertos leyendo, pero si no llevabas nada encima que te pudieran quitar.
Porque cuando ibas al cine o a pasear con tu chico y te embobabas, te podías quedar sin cartera. Dos veces seguidas me la quitaron sin enterarme. Una en el autobús de regreso del teatro yendo con una amiga; y la otra, de paseo con mi novio por la Gran Vía. Y hace mas de 28 años que me sucedió aquello. Cuando no había tanto mangante suelto ni tanta gente indignada o necesitada.
Dos veces tuve que renovar el DNI y ver que Guadalajara, mi ciudad de origen era mejor que lo que un día me brindó la vida: Madrid.
Si algo bueno encontré en Madrid fue las ganas de aprender que nunca me abandonaron por difícil que me lo pusieran. Y muchas cosas mas. Y casi lo mejor de todo me lo encontré cuando ya me tenía que ir a emprender otra ruta y con mucho vértigo, que nunca sabes cuando te vas si lo que vas a encontrar va ser mejor, o peor que lo que dejas. Y tenía razón, que volví a encontrar de todo, bueno y malo, pero definitivamente me encontré a mi misma rastreando mi pasado por tantos pueblos y por Madrid, recorridos en mi vida.