Estrella, Lucía:
Buenos días, os leí anoche pero estaba cansada. ¡Uy del tema tormentas tengo muchos recuerdos!
En mi tierra del Alto Tajo las tormentas siempre fueron impresionantes, y a veces trágicas. Por eso las gentes las temían y por ejemplo me queda el recuerdo de mi abuela y cómo las combatía: rezando. Pero sin miedo. Simplemente decía sus oraciones a Santa Bárbara y se sentí con fuerzas para afrontarlas confiando que la santa la ayudase. Pero haciendo frente a la tormenta en donde le pillase. Muchas veces, la mayoría de las veces trabajando en el pinar o en sus huertos.
Si estaba en casa también rezaba pero, dando gracias por no estar expuesta al peligro, y pidiendo por los que si lo estaban. Se acordaba de todo el mundo, mi abuela, en momentos así.
A mi no me pillaron nunca en el campo y si vi sus consecuencias, pinos quemados o partidos por un rayo, riadas espesas de agua roja bajando por las calles, especial la mía que era de tierra."El Terrero", pero le cambiaron de nombre cuando la arreglaron.
desde casa se ve de otra forma la tormenta pues no te mojas y no peligra tu vida.
Y creía que mi abuela exageraba en sus rezos pero si he visto perecer a gente ahora muy cerca de donde vivo. Y digo que qué razón tenía mi abuela de temer tanto a fenómenos atmosféricos tan intensos. Un hermano pequeño que tengo se escondía debajo de la cama los días de tormenta. Pero yo nunca le tuve miedo rezando la oración que me enseñó mi abuela.
En Madrid, una vez, y el día de mi cumpleaños me pilló un buen chaparrón al acompañar a mi amiga a su casa y me refugié en una cabina de teléfonos y ahí estuve hasta que dejó de llover.
En Burgos, otra vez, me refugié en la Catedral, cuando todavía era un lugar accesible. Hoy día si te ocurre, tendrías que pagar la entrada o quedarte en la puerta. Y aquel día disfruté la catedral pues hasta su interior caía agua y se levantaban los plásticos, los papeles, las cortinas como si la tempestad estuviera adentro.
A mi me sirvió de refugio en un día de tormenta; y mas de lo mismo, protegida, se admira una de las fuerzas de la naturaleza, de su poder y la furia de su belleza.
Otra cosa es cuando la tormenta te cae directamente sobre tí y entonces nada puedes hacer sino rezar y esperar a que pase.
Besos paisanas
Buenos días, os leí anoche pero estaba cansada. ¡Uy del tema tormentas tengo muchos recuerdos!
En mi tierra del Alto Tajo las tormentas siempre fueron impresionantes, y a veces trágicas. Por eso las gentes las temían y por ejemplo me queda el recuerdo de mi abuela y cómo las combatía: rezando. Pero sin miedo. Simplemente decía sus oraciones a Santa Bárbara y se sentí con fuerzas para afrontarlas confiando que la santa la ayudase. Pero haciendo frente a la tormenta en donde le pillase. Muchas veces, la mayoría de las veces trabajando en el pinar o en sus huertos.
Si estaba en casa también rezaba pero, dando gracias por no estar expuesta al peligro, y pidiendo por los que si lo estaban. Se acordaba de todo el mundo, mi abuela, en momentos así.
A mi no me pillaron nunca en el campo y si vi sus consecuencias, pinos quemados o partidos por un rayo, riadas espesas de agua roja bajando por las calles, especial la mía que era de tierra."El Terrero", pero le cambiaron de nombre cuando la arreglaron.
desde casa se ve de otra forma la tormenta pues no te mojas y no peligra tu vida.
Y creía que mi abuela exageraba en sus rezos pero si he visto perecer a gente ahora muy cerca de donde vivo. Y digo que qué razón tenía mi abuela de temer tanto a fenómenos atmosféricos tan intensos. Un hermano pequeño que tengo se escondía debajo de la cama los días de tormenta. Pero yo nunca le tuve miedo rezando la oración que me enseñó mi abuela.
En Madrid, una vez, y el día de mi cumpleaños me pilló un buen chaparrón al acompañar a mi amiga a su casa y me refugié en una cabina de teléfonos y ahí estuve hasta que dejó de llover.
En Burgos, otra vez, me refugié en la Catedral, cuando todavía era un lugar accesible. Hoy día si te ocurre, tendrías que pagar la entrada o quedarte en la puerta. Y aquel día disfruté la catedral pues hasta su interior caía agua y se levantaban los plásticos, los papeles, las cortinas como si la tempestad estuviera adentro.
A mi me sirvió de refugio en un día de tormenta; y mas de lo mismo, protegida, se admira una de las fuerzas de la naturaleza, de su poder y la furia de su belleza.
Otra cosa es cuando la tormenta te cae directamente sobre tí y entonces nada puedes hacer sino rezar y esperar a que pase.
Besos paisanas