El aroma de la paella donde todos sus ingredientes resaltan y no sabrías distinguir cual de ellos te gustan más. El buen hacer de los cocineros, ya expertos, te dice que no envidiarías el restaurante más distinguido, ni el manjar más exquisito. Ni la silla más cómoda y elegante en una mesa servida con distinción. ¡Si supieran, cómo envidiarían ellos la comodidad, naturalidad, el aroma del campo y el afecto. Fuera etiquetas, reglas y demás, porque allí todos éramos iguales. Es convivir.
El campo que nos acerca y nos iguala. Los juegos que no compiten y sólo se participa. Los paseos imaginarios en barca de nuestros hijos, y los paseos reales, todos juntos, subiendo riscos, recogiendo piñas y buscando pequeños animalillos (lagartijas); imposibles de atrapar porque serpenteaban hasta ser inaccesibles a nuestros deseos. Cada vez son más listas las lagartijas y cada vez tienen más y más reflejos; o es que nosotros los hemos perdido. No se sabe a ciencia cierta qué pasa con ellas pero hay que reconocer que son un encanto de bichitos.
Las rocas bañadas de agua brillaban con la brisa del viento y sol en el atardecer, dotándolas de colorido inusual en un día que se escapa de las manos y nos queda el recuerdo grato por la buena compañía de la que disfrutamos en familia, con los amigos y los profesores en un entorno idílico, casi irreal pero sabiendo que son momentos que se van, como el mismo tiempo que nunca vuelve y retenemos en un pedazo de papel eternizando su contenido.
Manzano rojo en otoño, de Ablanque (Guadalajara) ... (ver texto completo)
El campo que nos acerca y nos iguala. Los juegos que no compiten y sólo se participa. Los paseos imaginarios en barca de nuestros hijos, y los paseos reales, todos juntos, subiendo riscos, recogiendo piñas y buscando pequeños animalillos (lagartijas); imposibles de atrapar porque serpenteaban hasta ser inaccesibles a nuestros deseos. Cada vez son más listas las lagartijas y cada vez tienen más y más reflejos; o es que nosotros los hemos perdido. No se sabe a ciencia cierta qué pasa con ellas pero hay que reconocer que son un encanto de bichitos.
Las rocas bañadas de agua brillaban con la brisa del viento y sol en el atardecer, dotándolas de colorido inusual en un día que se escapa de las manos y nos queda el recuerdo grato por la buena compañía de la que disfrutamos en familia, con los amigos y los profesores en un entorno idílico, casi irreal pero sabiendo que son momentos que se van, como el mismo tiempo que nunca vuelve y retenemos en un pedazo de papel eternizando su contenido.
Manzano rojo en otoño, de Ablanque (Guadalajara) ... (ver texto completo)