Antes de comprar había que ver qué se vendía y dónde se ubicaba cada puesto. Que si churros riojanos, que si encajes de bolillos, madera, sombreros, finos detalles de hadas, antiguedades... Y fue ahí cuando rezagada fui a pasar a ver lo viejo, y zas, ella, mi buena amiga Tere. Fue un sorpresón. Yo no te había visto, me dijo, y qué falta hace, si yo si. Hija, es que no me pierdo detalle de todo lo bonito que tenéis hoy en el pueblo. Ella, mas ancha que larga, muy orgullosa de sus raíces. Hicimos un ... (ver texto completo)