Ahí estás bajo la sombra,
sin una sola despedida.
La bóveda y ventanas
al viento, que penetra,
trae el murmullo y el humo
de un tren que se aproxima.
Cristalizo mis lágrimas
antes que se deshagan en la nada,
antes que caigan muros,
se desplomen los techos,
y el polvo infinito se filtre
en las pobres y caídas paredes;
antes que los escombros
pulvericen los dormidos
rincones y resuciten
todas las penurias de golpe.