Al estar junto a las las otras patatas se enteró del motivo del
viaje al centro de la capital burgalesa. Viendo a Blanca, sus compañeras no sospechaban de quien se trataba porque sin corona, sin vestido real y sin sus alhajas, su camuflaje era perfecto. Una patatita común y nada más.
Nadie sospechaba que en breve iba a ser proclamada reina y si ella no lo decía, nadie lo sabría tampoco.
Había cumplido su sueño secreto: ser una mas hasta la llegada del alba.
Y después...