Lejos, el campo llora,
que no se siente amado,
y abundan este año
muchos frutos estériles.
Amarillos, no granados
como lenguas de pajarillos
que reciben tarde la lluvia.
No hay esperanza y en Julio,
el campo clama su perdida vida.
Los árboles verdean, los chopos
levantan bien sus cabezas
y reciben las caricias del agua
mezcladas de pesares y lamentos
del amarillo mar vacío y yermo.