A PATRICIA
III EL FUEGO Y YO
Antes de su nacimiento
el campo de cereal, recién segado
vivió días de verdadero infierno
(también de
foto).
Todos los rastrojos incendiados,
quemándose en los verdes mares del recuerdo,
mientras el humo se levantaba
como niebla espesa,
con un muro amenazante.
Todos huían: las aves rapaces,
las palomas comunes, las torcaces
y patirrojas perdices.
Y yo, presa, inmóvil,
contemplando las pavesas
de anillos multicolores
desvaneciéndose en el aire ennegrecido.
Remojando mi espíritu
en la culpabilidad patente.
Siendo tan ruin al contemplar el cielo,
la tierra, ¡tan culpable!
Hoy dejo caer las cenizas
de ese atroz recuerdo
que espero no volver
a revivir de nuevo.
Pero busco explicación
a la triste cosecha
de cereal, frutas heladas,
de manzanas no florecidas
con las higueras secas
por falta de aliento
durante el tiempo de
invierno.
Carmen García