SE ENCUENTRAN EN UN RÍO DE PENSILVANIA RESTOS DE AGUAS RESIDUALES RADIOACTIVAS PROCEDENTES DEL FRACKING
Entre un 10 y un 40 % de los fluidos inyectados durante el proceso de fracking vuelve a salir a la superficie, lo que supone un problema para las
plantas de tratamiento. Imagen de Wikimedia Commons/Mikenorton.
Gran parte de la preocupación que genera el fracking surge por la filtración de estos productos químicos o el metano de los pozos de perforación en las aguas freáticas o por el hecho de que las inyecciones a alta presión pueden desencadenar terremotos. Sin embargo, las aguas residuales que se sometieron a pruebas recientemente muestran un problema diferente y que se ha ignorado durante mucho tiempo.
Entre un 10 y un 40 % de los fluidos empleados en el fracking vuelve a salir a la superficie acompañados de sustancias contaminantes, algunas de las cuales pueden incluso estar presentes en las aguas empleadas en el proceso. En cambio, otras se filtran en las aguas del fracking procedentes de las aguas subterráneas que se encuentran dentro de la roca que se fractura.
El radio, que se encuentra presente de forma natural en la pizarra que contiene gas natural, pertenece al último grupo. Cuando se fractura la pizarra para extraer el gas, el agua subterránea de dentro de la roca, rica en concentraciones de elementos radioactivos, se libera y se filtra en las aguas residuales procedentes del fracking.
Algunos estados obligan a que estas aguas residuales se bombeen hacia unos pozos subterráneos a modo de depósitos situados entre capas impermeables de roca. Sin embargo, puesto que Pensilvania no cuenta con muchas cavidades de este tipo, es el único estado que permite que las aguas residuales procedentes del fracking sean tratadas por plantas normales de tratamiento y posteriormente vertidas a los ríos.
Según apuntan muchos científicos, estas plantas no están preparadas para tratar elementos radioactivos que se encuentran en las aguas residuales, ni se les obliga a comprobar la presencia de dichos elementos en sus vertidos. Por ello, muchos investigadores sospechan que las aguas que se vierten en los arroyos locales, a las que apenas se realizan pruebas, contienen unos niveles importantes de radioactividad.
Este nuevo
trabajo confirma la sospecha de que al menos una
planta (situada a una hora al este de Pittsburgh) realiza vertidos en el río que abastece a la ciudad de agua potable. Vengosh cree que las conclusiones serán muy parecidas en otras instalaciones de Pensilvania. Genera especial preocupación el hecho de que, además de en el agua, el equipo de expertos descubrió unos niveles altos de radioactividad que se acumulaban a lo largo del tiempo en los sedimentos del fondo del río. El radio tiene una vida media de 1600 años, por lo que, a menos que se eliminen estos sedimentos, continuarán liberando radiación al agua durante un largo periodo de tiempo.
Además, los altos niveles de bromuro que se encontraron en las aguas residuales generan preocupación, ya que incluso en mínimas cantidades, el compuesto puede desencadenar la formación de un tipo de sustancias químicas tóxicas denominadas halometanos cuando se combina con el cloro, lo que supone un problema en las zonas rurales, puesto que muchos residentes emplean este último para tratar el agua de pozo.
El estudio, que forma parte de un proyecto más extenso de la
Universidad de Duke que analiza los efectos del fracking en el agua, no demuestra que este proceso sea peligroso de forma inherente, sino que sin los controles adecuados, las aguas residuales que se vierten al
medioambiente diariamente representan una auténtica amenaza para los residentes de la zona.
Vengosh indica que hay otros métodos mejores para tratar las aguas residuales procedentes del fracking y cita como ejemplo los planes llevados a cabo por Eureka Resources, como modelo de una adecuada eliminación de la radioactividad, aunque son más costosos. Sin embargo, actualmente, sin el impulso de una normativa a nivel federal, las empresas que deseen deshacerse de las aguas residuales no encuentran ningún incentivo en pagar por este tipo de soluciones.
Traducido por Cristina López, de la red de Traductoras/es en Acción, la red de traductras/es voluntarios/as de Ecologistas en Acción