Me parto de la risa, que es sana, sana. ¿Quién nos iba a decir a los de Tardajos que un día nos reiríamos de los de
Burgos y sus contradicciones?. Pero aún así, siempre tenemos las de perder. Aunque estos momentos, al menos a mi, no me los quite nadie. Que en medio de la crisis una todavía pueda permitirse el lujo de escribir es muy grande, y lo sé apreciar en toda su extensión.
Es que decir las verdades no siempre te hace ganar
amigos. Si las verdades duelen, te llaman mala. Pero la sal también escuece y sana. Y limpia los caracoles de maravilla para poderlos
comer como un rico manjar.