El hombre puede sobrevivir alimentándose exclusivamente...

Los incas que fueron un pueblo sabio sin escritura, la cultivaban a tres mil metros de altitud, junto al cielo, e incluso habían desarrollado un procedimiento para liofilizarlas mucho antes de que se inventara la liofilización moderna. Las congelaban enterrándolas en la nieve por la noche y después las mujeres las pisaban al sol del mediodía durante varias jornadas, hasta que les extraían todo el agua y quedaban secas. De ese modo podían conservarlas en perfecto estado largo tiempo. En América se conocen desde hace más de diez mil años.

Pero no sólo los reyes americanos adoraban la patata. En Europa fue la planta preferida de Luis XVI de Francia, que la cultivó con dedicación en Versalles por indicación de su boticario Auguste Parmentier. Según parece, el rey francés empleaba a menudo las hermosas flores malvas de esta solanácea para decorar el Salón de los Espejos, y llamaba a la raíz “el pan de los pobres”, y “el milagro que salvó Francia”. Hasta Federico el Grande de Prusia tuvo que rendirse con todo su ejército ante las infinitas virtudes de este tubérculo singular.

Y por citar a un rey moderno, que también los hay, Pablo Neruda, el famoso monarca-poeta de Isla Negra que se alimentaba de alcatraces y sueños marinos, llegó a dedicar a la patata una hermosa oda que decía: “Papa, materia dulce, almendra de la tierra...”, y en la que la llamó entre otras cosas, justamente, “enemiga del hambre en todas las naciones”.

Papas. Patatas. Vinieron de América en el siglo XVI como alimento de marineros y esclavos. Se instalaron en Galicia y fueron llevadas por pescadores vascongados a Irlanda. Y desde allí, con el nombre de papa hispaniorum, conquistaron Europa entera: Francia, Inglaterra, Escocia, Holanda, Polonia, Rusia...

El hombre puede sobrevivir alimentándose exclusivamente con patatas. ¿Lo sabían? ¿No? Yo tampoco. Acabo de leerlo. Admirable. Y es que las patatas tienen todo lo que ansiamos los humanos: una piel sucia y un corazón blanco y tierno. ¿Quién necesita más?

Patata. Para los gallegos es casi como decir alma. ¿Tendremos los de esta punta de Europa el alma de patata? ¿Existíamos antes de que la patata viniera de América? ¿Habrá venido nuestra alma también de allí? ¿Con ella? Gallegos. Alma. Patatas. ¿No será todo lo mismo? El escritor Manolo Rivas tiene un libro entero dedicado a los que se alimentan con ellas, y en Galicia resulta casi imposible comer en ninguna casa sin que se pongan en la mesa.

Existen más de 3.000 clases distintas de patatas. Y pueden hacerse cocidas, fritas, asadas, al vapor, en tortilla, en puré, sopladas, a la Camarlengo, a la Saratoga como las preparaba George Crum, en forma de paja, como chips, a la importancia, guisadas, a lo pobre, y de mil modos...

Patatas. Benditas sean.

PUBLICADO POR VÍCTOR GONZÁLEZ EN 23:12