FUISTE PUEBLO ENTERRADO EN EL SILENCIO
Oigo el eco de una campana vieja
que a lo lejos se tiñe de susurros de viento.
Se confunde tejiendo sonidos en los álamos del río.
Se mezcla con las soñadoras aguas de torrentes,
tornasoles de luz, y breve, honda e intensa música.
Una campana enterrada con su iglesia,
muros de piedra, casas de antaño
coronadas de pizarras grises, y negras tejas.
Y resuena en los albores con su lejana queja.
Un día, lentamente, el agua, inundó estancias,
salas, altares y fue colándose lenta
en los porosos resquicios de la franca piedra.
Taladrando a su paso lejanos recuerdos
de un hermoso pueblo bañado y dorado por el sol
en tardes soñolientas, lejanas, placenteras.
Millares de recuerdos enterrados en silencio
que hoy el agua encharca y enmohece.
Rendida a tus encantos se prendó la luna
y bajó al lecho de tu río, en fugaz forma
de barquichuela imantada de cielo y esmeraldas.
Carmen García
Oigo el eco de una campana vieja
que a lo lejos se tiñe de susurros de viento.
Se confunde tejiendo sonidos en los álamos del río.
Se mezcla con las soñadoras aguas de torrentes,
tornasoles de luz, y breve, honda e intensa música.
Una campana enterrada con su iglesia,
muros de piedra, casas de antaño
coronadas de pizarras grises, y negras tejas.
Y resuena en los albores con su lejana queja.
Un día, lentamente, el agua, inundó estancias,
salas, altares y fue colándose lenta
en los porosos resquicios de la franca piedra.
Taladrando a su paso lejanos recuerdos
de un hermoso pueblo bañado y dorado por el sol
en tardes soñolientas, lejanas, placenteras.
Millares de recuerdos enterrados en silencio
que hoy el agua encharca y enmohece.
Rendida a tus encantos se prendó la luna
y bajó al lecho de tu río, en fugaz forma
de barquichuela imantada de cielo y esmeraldas.
Carmen García