DESDE LA PLAZA LEANDRO MAYORAL DE TARDAJOS...

DESDE LA PLAZA LEANDRO MAYORAL DE TARDAJOS

CIRUELOS DEL PINAR Y MARANCHÓN (GUADALAJARA), PUEBLOS DE LA RUTA DEL CID
(Carta al director del Diario de Burgos - Sábado, 11 de marzo del 2000)

PRIMERA PARTE

Forman parte de mis recuerdos de infancia. Estas impresiones no se pueden reflejar en una guía turística pero debo elogiarlos porque ambos fueron pueblos muy acogedores. Ignoro cual es su situación actual desde que el oficio de resinero desapareció. Pero hace muchos años, cuando sus calles, plazas, jardines y rincones se enorgullecían de contener risas y llantos de niños que alborotaban, cantaban y jugaban. Jamás hubo ningún sitio prohibido para ellos. El pueblo nos pertenecía por entero, Ciruelos del Pinar, nuestro.

Estoy segura que sus calles, plazas y colegios de ambos pueblos añoran ese pasado (tanto como yo) tan perfecto en que todos los niños del pueblo formábamos un conjunto maravilloso que se entretenía jugando y aprendiendo cada juego y canción que los muchachos del Campamento de Verano de Ciruelos preparaban y enseñaban a todos nosotros reuniéndonos en la plaza.

Todos juntos cantando en la plaza, jugando al balón prisionero, a los telegramas, a los esqueletos, a los monstruos marinos, a policías y ladrones y a las estatuas de sal entre otros mil juegos. Niños mitad relojes de cuerda y mitad narradores de cuentos y noticias espeluznantes.

He procurado retener aquellos momentos en mis poesías para que esos recuerdos no terminen nunca.

Por esos pinares caminábamos en busca de aventuras, de descanso, merendábamos y acompañábamos a nuestros padres mientras trabajaban en tan noble oficio, en las tardes de verano. El tiempo se estiraba y daba mucho de sí.

Por esos pinares anduvo el Lute asustando o deleitando a los atentos oyentes las fechorías que referían los cuentistas.
Otras veces era el Hombre del Saco o los catalanes que descuartizaban inocentes criadas a las que antes narcotizaban con leche caliente. Era impactante que alguien te tocase en el hombro para decirte que había que volver a casa, que era tardísimo, y que ya estaba bien de tantos cuentos.
En ese mismo instante hubieras jurado que se trataba del mismísimo "hombre del saco" que quería atraparte para siempre, dado el realismo del relato.

(continuará)

FOTO: IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA EN CIRUELOS DEL PINAR (GUADALAJARA)

En el pórtico jugábamos a las 4 esquinas cuando llovía.