-Hola Kai. ¿Cuánto tiempo sin verte? ¿Dónde estabas? Veo a Rosa llorar, te echa de menos.
-Pero si Rosa es una flor, y yo soy un niño. Dame el ramo de lilas que para que puedas saltar la verja y no te rompas la falda como siempre os pasa a las niñas que os metéis en cualquier sitio con tal que no os molesten.
-Gracias Kai, eres muy amable. Pero de verdad, ve a visitar a Rosa que está muy triste desde que te fuiste. Es otra, ya no es tan quisquillosa y encima se ríe mucho con el resto de las flores.
-Un día la cortaré y te la regalaré.
-No por favor, déjala. Sería una humillación para alguien como ella. Si no te va a pasar nada porque vayas y hagáis las paces.
- Bueno, si tu lo dices... Toma tu ramo y ven a la plaza rápido que empieza el partido. Me había preguntado que dónde estarías, faltaba una o uno. Y dije, claro, Celia.
- Vale, voy rápido. No empecéis sin mi.
Celia llega a casa con las flores sofocada, con mucha sed, con la mente perdida entre sus juegos con muñecas, las flores del jardín de Mila, las palabras de Kai y la impaciencia por jugar en la plaza a su juego favorito.
- Hola Celia, ¿dónde estabas? -Es su hermano pequeño el que habla.
- Pues jugando con Abi. Pero tengo mucha sed. ¿Y tu, qué hacías?
-Yo también te estaba buscando. Menos mal que has venido porque ya me aburría. Voy contigo.
-No, mejor quédate ahí jugando en el membrillero. Y nos echas un vistazo de vez en cuando. Ya sabes que los chicos mayores te pueden dar un buen balonazo, y luego te tocará llorar.
- Jo, Celia. Yo quiero ir.
-Hijo, hoy no. Que no creas que tu hermana va a poder cuidarte mientras juegan. No desde aquí lo veremos todo.
-Gracias mamá. Me voy que me esperan.
-Pero si Rosa es una flor, y yo soy un niño. Dame el ramo de lilas que para que puedas saltar la verja y no te rompas la falda como siempre os pasa a las niñas que os metéis en cualquier sitio con tal que no os molesten.
-Gracias Kai, eres muy amable. Pero de verdad, ve a visitar a Rosa que está muy triste desde que te fuiste. Es otra, ya no es tan quisquillosa y encima se ríe mucho con el resto de las flores.
-Un día la cortaré y te la regalaré.
-No por favor, déjala. Sería una humillación para alguien como ella. Si no te va a pasar nada porque vayas y hagáis las paces.
- Bueno, si tu lo dices... Toma tu ramo y ven a la plaza rápido que empieza el partido. Me había preguntado que dónde estarías, faltaba una o uno. Y dije, claro, Celia.
- Vale, voy rápido. No empecéis sin mi.
Celia llega a casa con las flores sofocada, con mucha sed, con la mente perdida entre sus juegos con muñecas, las flores del jardín de Mila, las palabras de Kai y la impaciencia por jugar en la plaza a su juego favorito.
- Hola Celia, ¿dónde estabas? -Es su hermano pequeño el que habla.
- Pues jugando con Abi. Pero tengo mucha sed. ¿Y tu, qué hacías?
-Yo también te estaba buscando. Menos mal que has venido porque ya me aburría. Voy contigo.
-No, mejor quédate ahí jugando en el membrillero. Y nos echas un vistazo de vez en cuando. Ya sabes que los chicos mayores te pueden dar un buen balonazo, y luego te tocará llorar.
- Jo, Celia. Yo quiero ir.
-Hijo, hoy no. Que no creas que tu hermana va a poder cuidarte mientras juegan. No desde aquí lo veremos todo.
-Gracias mamá. Me voy que me esperan.