MANAÑA FRÍA DE DOMINGO
Hace frío en la calle bajo cero
y mis plantas de invierno, descaradas,
se enfrentan a la helada y al viento,
a las briznas de nieve desairadas,
a las bajas temperaturas que el viento norte impone.
La tierra se congela en la mañana
en la pequeña porción de tierra que las rodea.
En vez de manto blanco, se destaca el manto helado,
negrura de un hielo que traspasa
los vértices geodésicos del alma en las alturas.
Solo las aves y mis flores se atreven con el aire esta mañana,
a romper el silencio en la terraza, en los tejados, en la torre.
A beber en las gélidas aguas de arroyos, fuentes y ríos.
Quizás mañana mueran ateridas cuando el sol bañe y descongele
los vivos colores estampados en los pétalos de tempranas primaveras y narcisos.
Las aves no, que sus plumas se rebujan con el frío;
cual abrigo las arropa en las alas del domingo.
Carmen García
Hace frío en la calle bajo cero
y mis plantas de invierno, descaradas,
se enfrentan a la helada y al viento,
a las briznas de nieve desairadas,
a las bajas temperaturas que el viento norte impone.
La tierra se congela en la mañana
en la pequeña porción de tierra que las rodea.
En vez de manto blanco, se destaca el manto helado,
negrura de un hielo que traspasa
los vértices geodésicos del alma en las alturas.
Solo las aves y mis flores se atreven con el aire esta mañana,
a romper el silencio en la terraza, en los tejados, en la torre.
A beber en las gélidas aguas de arroyos, fuentes y ríos.
Quizás mañana mueran ateridas cuando el sol bañe y descongele
los vivos colores estampados en los pétalos de tempranas primaveras y narcisos.
Las aves no, que sus plumas se rebujan con el frío;
cual abrigo las arropa en las alas del domingo.
Carmen García