Así después de visitar Campos de Lara nos adentramos en los pinares que rodean el embalse de Cuerda del Pozo o Playa Pita (Soria).
La playa estaba inundada, su arena bajo el agua por el alto nivel del embalse. Los chiringuitos, en obras; y las barcas, aparcadas e inmóviles.
Aún así, agua, árboles, praderas de fina hierba y cielo azul. No mucho calor y sí claridad, me hicieron poco menos que sentirme otra vez en casa. Las meriendas al aire libre, las excursiones o paseos al pinar, las tardes en el río y las fuentes de agua cristalina con mesas y asaderos por todas partes.
Una alegría, sana, bulliciosa. Por unos instantes era niña otra vez, jugando con mis hijos; por un momento, no había barreras entre padres e hijos, maestros y alumnos; conductores y viajeros. Esa paz nos contagiaba a todos.
foto: Pinares de Soria
La playa estaba inundada, su arena bajo el agua por el alto nivel del embalse. Los chiringuitos, en obras; y las barcas, aparcadas e inmóviles.
Aún así, agua, árboles, praderas de fina hierba y cielo azul. No mucho calor y sí claridad, me hicieron poco menos que sentirme otra vez en casa. Las meriendas al aire libre, las excursiones o paseos al pinar, las tardes en el río y las fuentes de agua cristalina con mesas y asaderos por todas partes.
Una alegría, sana, bulliciosa. Por unos instantes era niña otra vez, jugando con mis hijos; por un momento, no había barreras entre padres e hijos, maestros y alumnos; conductores y viajeros. Esa paz nos contagiaba a todos.
foto: Pinares de Soria