CIRUELOS DEL PINAR Y MARANCHÓN - PUEBLOS DE LA RUTA DEL CID
Primero el colegio de Ciruelos, y sus vasitos de colacao, a la hora del recreo. O las pajaritas de papel, los aviones, barquitos y las primeras letras. La estufa que caldeaba las horas escolares y las hojas que nos empeñábamos en agujerear con una púa de majuelo donde repasábamos cada uno de sus nervios.
Después, nos trasladaron, a los estudiantes de Ciruelos del Pinar, a Maranchón (Agrupación escolar) donde el juego y la enseñanza se daban la mano de parte de unos buenos profesores que paliaban con su esfuerzo las carencias del momento. En el recreo y en la sobremesa podíamos elegir jugar a las damas, ajedrez, leer salir al patio a correr, si el tiempo lo permitía. Podías columpiarte en los jardines cercanos o inventarte el juego que quisieras. A veces soñábamos con el año 2000, tan lejano entonces.
Casi todos éramos niños y niñas de padres resineros y nos trataron como si estos pueblos si estos pueblos hubieran sido nuestros, o mejor aún que nos hubieran tratado en los nuestros.
FOTO: Colegio de MARANCHÓN (GUADALAJARA)
Primero el colegio de Ciruelos, y sus vasitos de colacao, a la hora del recreo. O las pajaritas de papel, los aviones, barquitos y las primeras letras. La estufa que caldeaba las horas escolares y las hojas que nos empeñábamos en agujerear con una púa de majuelo donde repasábamos cada uno de sus nervios.
Después, nos trasladaron, a los estudiantes de Ciruelos del Pinar, a Maranchón (Agrupación escolar) donde el juego y la enseñanza se daban la mano de parte de unos buenos profesores que paliaban con su esfuerzo las carencias del momento. En el recreo y en la sobremesa podíamos elegir jugar a las damas, ajedrez, leer salir al patio a correr, si el tiempo lo permitía. Podías columpiarte en los jardines cercanos o inventarte el juego que quisieras. A veces soñábamos con el año 2000, tan lejano entonces.
Casi todos éramos niños y niñas de padres resineros y nos trataron como si estos pueblos si estos pueblos hubieran sido nuestros, o mejor aún que nos hubieran tratado en los nuestros.
FOTO: Colegio de MARANCHÓN (GUADALAJARA)