CIRUELOS DEL PINAR Y MARANCHÓN - PUEBLOS DE LA RUTA DEL CID
Todos juntos cantando en la plaza, jugando al balón prisionero, a los telegramas, a los esqueletos, a los monstruos marinos, a policías y ladrones y a las estatuas de sal, entre otros mil juegos. Niños mitad relojes de cuerda y mitad narradores de cuentos y noticias espeluznantes.
He procurado retener aquellos momentos en mis poesías para que esos recuerdos no se terminen nunca.
Por esos pinares caminábamos en busca de aventuras, de descanso; merendábamos y acompañábamos a nuestros padres mientras trabajaban en tan noble oficio, en las tardes de verano. El tiempo se estiraba y daba mucho de sí.
Por esos pinares anduvo el Lute asustando y deleitando a los atentos oyentes las fechorías que referían los cuentistas. Otras veces, era el hombre del saco o los catalanes que descuartizaban a inocentes criadas a las que antes narcotizaban con leche caliente.
Era impactante que alguien te tocase en el hombro para decirte que ya era tardísimo y que ya estaba bien de tantos cuentos. En ese instante hubieras jurado que se trataba del mismísimo "hombre del saco", que quería atraparte para siempre, dado el realismo del relato.
Todos juntos cantando en la plaza, jugando al balón prisionero, a los telegramas, a los esqueletos, a los monstruos marinos, a policías y ladrones y a las estatuas de sal, entre otros mil juegos. Niños mitad relojes de cuerda y mitad narradores de cuentos y noticias espeluznantes.
He procurado retener aquellos momentos en mis poesías para que esos recuerdos no se terminen nunca.
Por esos pinares caminábamos en busca de aventuras, de descanso; merendábamos y acompañábamos a nuestros padres mientras trabajaban en tan noble oficio, en las tardes de verano. El tiempo se estiraba y daba mucho de sí.
Por esos pinares anduvo el Lute asustando y deleitando a los atentos oyentes las fechorías que referían los cuentistas. Otras veces, era el hombre del saco o los catalanes que descuartizaban a inocentes criadas a las que antes narcotizaban con leche caliente.
Era impactante que alguien te tocase en el hombro para decirte que ya era tardísimo y que ya estaba bien de tantos cuentos. En ese instante hubieras jurado que se trataba del mismísimo "hombre del saco", que quería atraparte para siempre, dado el realismo del relato.
¡Qué nostalgia da ver los futuros planes! Como una cornada al Alto Tajo, aunque haya quien, de momento saque buena tajada, pero a costa de los demás. Y mira si algo veo útil en esto que estoy haciendo es que a los míos les puedo librar de represalias. Pues a mi nada me pueden hacer, pero si algunos protestan abiertamente, igual hasta los despiden de sus trabajos. Es increíble lo poco libres que somos hasta para defender nuestras ideas y nuestros derechos.
Pero contra mi nada pueden hacer.
Pero contra mi nada pueden hacer.