Un experto advierte de que el "fracking" en España es inviable y descabellado
EFE ECONOMÍA Lubbock (Texas) 21 OCT 2012 - 13:06 CET
El ingeniero geólogo experto en "fracking" y profesor de la Universidad de Cornell (Nueva York) Anthony Ingraffea posa durante una entrevista con Efe en Lubbock, Texas (EEUU). / EFE
Ingraffea, quien lleva tres décadas estudiando las consecuencias geológicas del "fracking" y su contribución al cambio climático, ha pronunciado una conferencia sobre el estado de la ciencia en torno a esta técnica en el Congreso anual de la Sociedad de Periodistas Ambientales (SEJ) celebrado en Texas esta semana, tras la cual ha concedido una entrevista a Efe.
La fracturación hidráulica es una técnica de extracción del petróleo y gas que están incrustados en las rocas mediante la inyección a presión de agua, arena y compuestos químicos, en la mayoría de los casos no revelados por la industria.
El "fracking" ha revolucionado el panorama energético de Estados Unidos poniendo a disposición grandes reservas del llamado gas no convencional a precio barato, y está ganando adeptos en varios países europeos, entre ellos España, donde el País Vasco o Cantabria se plantean explorar su viabilidad.
Las bondades con las que la industria presenta esta práctica -como fuente de creación de empleo, elemento de transición hacia un futuro renovable, y vía para frenar el cambio climático- son desmontadas en cuestión de cinco minutos por Ingraffea, profesor de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Cornell (Nueva York).
Sus investigaciones han demostrado que, si bien es cierto que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) causadas por la extracción de gas no convencional mediante "fracking" son mucho menores, la emisión de metano (un gas tres veces mas potente que el CO2 en su contribución al efecto invernadero) a la atmósfera en estas explotaciones es entre un 40 y un 60 % superior a las de las explotaciones de hidrocarburos convencionales.
Usando datos oficiales de la Administración Nacional para el Océano y la Atmósfera (NOAA), el científico ha demostrado que, aunque las emisiones de CO2 han caído en Estados Unidos en los últimos años, -"en gran parte debido a las renovables y a la crisis" apostilla- "las de metano se han acelerado notablemente, y el 49 % de esas emisiones viene del petróleo y del gas obtenido a través del fracking".
El Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAT) ha corroborado que esta técnica empeorará el calentamiento global en las próximas décadas.
"Es importante reducir el CO2, pero también lo es reducir el metano, y la única vía conocida por la ciencia para frenar la emisión de ambos gases son las energías renovables", subraya.
"No tiene sentido afirmar que el gas no convencional es la transición hacia un futuro renovable, en tanto que no disponemos de cien años para hacer esa transición, ya que el próximo informe del Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático que está al caer nos va a decir que la temperatura del planeta va a aumentar 1,5 grados en menos de 20 años".
Ingraffea reclama un estudio "serio" sobre el verdadero impacto económico de la industria del gas no convencional; ya que, a su juicio, "empleo que se crea en ese sector es un puesto de trabajo que se pierde en el de las energías renovables".
En esa línea, el científico considera que sería absolutamente "ilógico y contradictorio" que un país como España, "que en los últimos años ha invertido tanto en energías renovables y en reducir su contribución al cambio climático, considere la posibilidad de la fracturación hidráulica".
"Entiendo que la posibilidad de extraer las reservas de gas no convencional pueda parecer inicialmente atractiva, pero en mi opinión es inviable en todos los sentidos, y creo que las administraciones deben hacer bien las cuentas, y tener claro si con la relación coste-beneficio compensa invertir en esas exploraciones", sostiene.
Su justificación: el "enorme" coste de las nuevas infraestructuras que requeriría España para desarrollar esta técnica, las cantidades ingentes de agua que necesita, y "que las empresas que estarían interesadas no contratarían a trabajadores españoles sino que se los traerían de Texas u Oklahoma".
"Si España abriera las puertas al 'fracking' estaría asumiendo el mismo riesgo que un bebé abandonado en un bosque de lobos, porque, además de lo citado, asumiría un enorme riego de contaminación de los acuíferos y de peligro para la salud pública que estaría absolutamente injustificado", concluye.
Caty Arévalo
EFE ECONOMÍA Lubbock (Texas) 21 OCT 2012 - 13:06 CET
El ingeniero geólogo experto en "fracking" y profesor de la Universidad de Cornell (Nueva York) Anthony Ingraffea posa durante una entrevista con Efe en Lubbock, Texas (EEUU). / EFE
Ingraffea, quien lleva tres décadas estudiando las consecuencias geológicas del "fracking" y su contribución al cambio climático, ha pronunciado una conferencia sobre el estado de la ciencia en torno a esta técnica en el Congreso anual de la Sociedad de Periodistas Ambientales (SEJ) celebrado en Texas esta semana, tras la cual ha concedido una entrevista a Efe.
La fracturación hidráulica es una técnica de extracción del petróleo y gas que están incrustados en las rocas mediante la inyección a presión de agua, arena y compuestos químicos, en la mayoría de los casos no revelados por la industria.
El "fracking" ha revolucionado el panorama energético de Estados Unidos poniendo a disposición grandes reservas del llamado gas no convencional a precio barato, y está ganando adeptos en varios países europeos, entre ellos España, donde el País Vasco o Cantabria se plantean explorar su viabilidad.
Las bondades con las que la industria presenta esta práctica -como fuente de creación de empleo, elemento de transición hacia un futuro renovable, y vía para frenar el cambio climático- son desmontadas en cuestión de cinco minutos por Ingraffea, profesor de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Cornell (Nueva York).
Sus investigaciones han demostrado que, si bien es cierto que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) causadas por la extracción de gas no convencional mediante "fracking" son mucho menores, la emisión de metano (un gas tres veces mas potente que el CO2 en su contribución al efecto invernadero) a la atmósfera en estas explotaciones es entre un 40 y un 60 % superior a las de las explotaciones de hidrocarburos convencionales.
Usando datos oficiales de la Administración Nacional para el Océano y la Atmósfera (NOAA), el científico ha demostrado que, aunque las emisiones de CO2 han caído en Estados Unidos en los últimos años, -"en gran parte debido a las renovables y a la crisis" apostilla- "las de metano se han acelerado notablemente, y el 49 % de esas emisiones viene del petróleo y del gas obtenido a través del fracking".
El Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAT) ha corroborado que esta técnica empeorará el calentamiento global en las próximas décadas.
"Es importante reducir el CO2, pero también lo es reducir el metano, y la única vía conocida por la ciencia para frenar la emisión de ambos gases son las energías renovables", subraya.
"No tiene sentido afirmar que el gas no convencional es la transición hacia un futuro renovable, en tanto que no disponemos de cien años para hacer esa transición, ya que el próximo informe del Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático que está al caer nos va a decir que la temperatura del planeta va a aumentar 1,5 grados en menos de 20 años".
Ingraffea reclama un estudio "serio" sobre el verdadero impacto económico de la industria del gas no convencional; ya que, a su juicio, "empleo que se crea en ese sector es un puesto de trabajo que se pierde en el de las energías renovables".
En esa línea, el científico considera que sería absolutamente "ilógico y contradictorio" que un país como España, "que en los últimos años ha invertido tanto en energías renovables y en reducir su contribución al cambio climático, considere la posibilidad de la fracturación hidráulica".
"Entiendo que la posibilidad de extraer las reservas de gas no convencional pueda parecer inicialmente atractiva, pero en mi opinión es inviable en todos los sentidos, y creo que las administraciones deben hacer bien las cuentas, y tener claro si con la relación coste-beneficio compensa invertir en esas exploraciones", sostiene.
Su justificación: el "enorme" coste de las nuevas infraestructuras que requeriría España para desarrollar esta técnica, las cantidades ingentes de agua que necesita, y "que las empresas que estarían interesadas no contratarían a trabajadores españoles sino que se los traerían de Texas u Oklahoma".
"Si España abriera las puertas al 'fracking' estaría asumiendo el mismo riesgo que un bebé abandonado en un bosque de lobos, porque, además de lo citado, asumiría un enorme riego de contaminación de los acuíferos y de peligro para la salud pública que estaría absolutamente injustificado", concluye.
Caty Arévalo