Y ahora ya, en breve, mi alegación que me estudié a conciencia, dentro de mi poca preparación, el Estudio Simplificado de Impacto Ambiental.
Silvino y yo luchamos contra gigantes y acabamos lesionados de muy distinta manera, pues no hay dos personas iguales, ni la forma de afrontar las derrotas.
Al parecer el puesto que le concedieron los vecinos era mucho más ventajoso que el mío, que me lo concedí yo misma. Y él se tuvo que marchar, pero yo me quedé para... seguir tomando apuntes de la vida que siguió después del día de los lodos. la vida te brinda una ocasión y has de aceptarla.
Si el estudio de impacto era simplificado, mi alegación no lo fue. Escribí 7 páginas, centrándome en el informe, que no sirvió para nada, pues estamos a 2013 y la planta de lodos de la Cuesta de Burgos (que fue de Burgos, porque la vendieron algunos vecinos, todo hay que decirlo), sigue en pie, y de traslado nada de nada. Acampó entre nosotros sin remedio, y con el visto bueno de la Junta de Castilla y León y con la luz verde que le concedieron en contra nuestra.
Se llamaba Cuesta de San Antón, y en el traspaso de propiedad, le quitaron el Santo, y la llamaron cuesta a secas porque total para echar los deshechos no merecía la pena la conservación del nombre.
Silvino y yo luchamos contra gigantes y acabamos lesionados de muy distinta manera, pues no hay dos personas iguales, ni la forma de afrontar las derrotas.
Al parecer el puesto que le concedieron los vecinos era mucho más ventajoso que el mío, que me lo concedí yo misma. Y él se tuvo que marchar, pero yo me quedé para... seguir tomando apuntes de la vida que siguió después del día de los lodos. la vida te brinda una ocasión y has de aceptarla.
Si el estudio de impacto era simplificado, mi alegación no lo fue. Escribí 7 páginas, centrándome en el informe, que no sirvió para nada, pues estamos a 2013 y la planta de lodos de la Cuesta de Burgos (que fue de Burgos, porque la vendieron algunos vecinos, todo hay que decirlo), sigue en pie, y de traslado nada de nada. Acampó entre nosotros sin remedio, y con el visto bueno de la Junta de Castilla y León y con la luz verde que le concedieron en contra nuestra.
Se llamaba Cuesta de San Antón, y en el traspaso de propiedad, le quitaron el Santo, y la llamaron cuesta a secas porque total para echar los deshechos no merecía la pena la conservación del nombre.