SE ENCUENTRAN EN UN RÍO DE PENSILVANIA RESTOS DE AGUAS RESIDUALES RADIOACTIVAS PROCEDENTES DEL FRACKING
En el estado de Pensilvania, donde se encuentra la lucrativa formación rica en pizarra conocida como Marcellus Shale, 74 instalaciones realizan el tratamiento de las aguas residuales procedentes de la fracturación hidráulica o fracking para conseguir gas natural y las vierten a los ríos. No existe ninguna normativa nacional que regule este proceso de tratamiento. La Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos señala que las directrices de la Ley de Aguas Limpias se desarrollaron antes de que surgiese el fracking y que muchas de las plantas de tratamiento de aguas «no están adecuadamente equipadas para tratar este tipo de aguas residuales». Desde la agencia, afirman asimismo que se han llevado a cabo pocas evaluaciones científicas de las aguas residuales con el fin de garantizar que es segura tras ser tratada.
Recientemente, un grupo de científicos de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, decidieron realizar algunas pruebas. Se pusieron en contacto con los propietarios de la planta de tratamiento Josephine Brine en el río Blacklick Creek en el condado de Indiana, en Pensilvania, pero «cuando intentamos trabajar con ellos, resultó muy difícil dar con la persona adecuada», afirma Avner Vengosh, geocientífico de dicha universidad. «Finalmente, lo que hicimos fue realizar las pruebas con agua de un arroyo situado en una zona pública».
Sus análisis, llevados a cabo con muestras de agua recogidas de forma esporádica durante un periodo de dos años, ofrecían unos resultados más preocupantes de lo esperado. Según lo que se ha publicado hoy en la revista Environmental Science and Technology («Tecnología y Ciencia Medioambiental»), se han encontrado concentraciones altas de radio, una sustancia muy radiactiva. Dichas concentraciones superaban hasta 200 veces los niveles anteriores. Además, las cantidades de cloruro y bromuro en el agua eran entre dos y diez veces más altas de lo normal.
Según palabras de Vengosh, «incluso si hoy se interrumpiese completamente la eliminación de las aguas residuales, hay tanta contaminación acumulada, que Estados Unidos seguiría considerando la zona como un área de residuos radioactivos».
En el estado de Pensilvania, donde se encuentra la lucrativa formación rica en pizarra conocida como Marcellus Shale, 74 instalaciones realizan el tratamiento de las aguas residuales procedentes de la fracturación hidráulica o fracking para conseguir gas natural y las vierten a los ríos. No existe ninguna normativa nacional que regule este proceso de tratamiento. La Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos señala que las directrices de la Ley de Aguas Limpias se desarrollaron antes de que surgiese el fracking y que muchas de las plantas de tratamiento de aguas «no están adecuadamente equipadas para tratar este tipo de aguas residuales». Desde la agencia, afirman asimismo que se han llevado a cabo pocas evaluaciones científicas de las aguas residuales con el fin de garantizar que es segura tras ser tratada.
Recientemente, un grupo de científicos de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, decidieron realizar algunas pruebas. Se pusieron en contacto con los propietarios de la planta de tratamiento Josephine Brine en el río Blacklick Creek en el condado de Indiana, en Pensilvania, pero «cuando intentamos trabajar con ellos, resultó muy difícil dar con la persona adecuada», afirma Avner Vengosh, geocientífico de dicha universidad. «Finalmente, lo que hicimos fue realizar las pruebas con agua de un arroyo situado en una zona pública».
Sus análisis, llevados a cabo con muestras de agua recogidas de forma esporádica durante un periodo de dos años, ofrecían unos resultados más preocupantes de lo esperado. Según lo que se ha publicado hoy en la revista Environmental Science and Technology («Tecnología y Ciencia Medioambiental»), se han encontrado concentraciones altas de radio, una sustancia muy radiactiva. Dichas concentraciones superaban hasta 200 veces los niveles anteriores. Además, las cantidades de cloruro y bromuro en el agua eran entre dos y diez veces más altas de lo normal.
Según palabras de Vengosh, «incluso si hoy se interrumpiese completamente la eliminación de las aguas residuales, hay tanta contaminación acumulada, que Estados Unidos seguiría considerando la zona como un área de residuos radioactivos».