Menudo condimento más explosivo el de este Salinero. PURA SALSA, RICA, RICA
Atiza el fuego, prende la mecha, la arroja por todo el territorio con la ayuda de los suyos, y hala a echar las culpas, a quien tiene muchas pero no todas.
En Gamonal se puede bailar también la salsa salinera, se puede degustar, acompañando a cualquier plato, y mucho más que se les vaya ocurriendo a estos salados gamonalinos, de dentro y de fuera. Mucho puede dar de sí la cocina trucada. Vamos que con arrimar el ascua a su sardina y con una salsa rica rica, se pueden hacer verdaderas maravillas, tanto en la cocina como en el salón. Menudo ritmo que tiene este pollo.
Atiza el fuego, prende la mecha, la arroja por todo el territorio con la ayuda de los suyos, y hala a echar las culpas, a quien tiene muchas pero no todas.
En Gamonal se puede bailar también la salsa salinera, se puede degustar, acompañando a cualquier plato, y mucho más que se les vaya ocurriendo a estos salados gamonalinos, de dentro y de fuera. Mucho puede dar de sí la cocina trucada. Vamos que con arrimar el ascua a su sardina y con una salsa rica rica, se pueden hacer verdaderas maravillas, tanto en la cocina como en el salón. Menudo ritmo que tiene este pollo.
LOS TITOS DE BURGOS
Este año fue especial. Raúl Salinero, casi hubiera hecho de cofrade, si hubiera llegado a tiempo. Le sirvieron un plato especial.
Escribano, ya no les tomó el gusto de siempre, y a lo mejor se le revolvieron en el estómago por el bonito espectáculo a la salida del pleno. Pero se los comió y listo.
Y el que tampoco se los perdió fue Roberto Alonso, que también se los debieron servir con el respeto debido. Creo que le aprovecharon al que más, porque dijo lo que tenía que decir, sin tapujos, y se pudo permitir el lujo de ir "sin miedo" a Gamonal. Que los de Gamonal no son tan fieros como los pintan. Por la tarde mantuvo su postura, y no tuvo que contradecirse como el señor Escribano.
Nos queda el señor Lacalle.
Este año fue especial. Raúl Salinero, casi hubiera hecho de cofrade, si hubiera llegado a tiempo. Le sirvieron un plato especial.
Escribano, ya no les tomó el gusto de siempre, y a lo mejor se le revolvieron en el estómago por el bonito espectáculo a la salida del pleno. Pero se los comió y listo.
Y el que tampoco se los perdió fue Roberto Alonso, que también se los debieron servir con el respeto debido. Creo que le aprovecharon al que más, porque dijo lo que tenía que decir, sin tapujos, y se pudo permitir el lujo de ir "sin miedo" a Gamonal. Que los de Gamonal no son tan fieros como los pintan. Por la tarde mantuvo su postura, y no tuvo que contradecirse como el señor Escribano.
Nos queda el señor Lacalle.