Ya me hubiera gustado a mi este parque en mi niñez pero para mi el parque de mi época escolar también fue único. Salíamos del cole al parque de la Alameda de Maranchón (Guadalajara) y a esperar turno en el columpio que me parecía el mejor del mundo. Y a jugar entre los castaños, los chopos y los alisos, que eran unos monumentales árboles también comparados con nuestras estaturas. Y los bancos del paseo, eran nuestros refugios, nuestros barcos; y nosotros su tripulación. Teníamos que ser hábiles para subirnos y espabilarnos que no nos hicieran bajar de nuestro anclaje.
Pero aquí caben todas las historias del mundo que podáis imaginar.
Pero aquí caben todas las historias del mundo que podáis imaginar.