¡Qué pena de tierra mía! Siempre fue la mas sacrificada de todas y la que nunca dijo nada mas que adiós, como dije yo un día. Pero volveré, también le dije. Y he vuelto siempre que he podido a disfrutar de sus montes, de su aire y de sus riquezas naturales. Y lloré mucho cuando mis pinares se quemaron y volví otra vez a llorar cuando la visité y vi tanta destrucción que la desidia y la falta de atención, cuidados, amor, habían producido en ella. Escribí mientras, durante y después. Y sigo acordándome cada día y sigo escribiendo para aliviar mi pena.
Yo es que soy una romántica, iba a mis pinares y solía llorar en ellos de alegría de volver a verlos. Y me decían que por qué, "pues porque les añoro mucho y me provocan un sentimiento que no se puede expresar nada mas que con lágrimas algunas veces". Pero les decía, que yo lloraba de alegría. y es que se puede llorar de muchas formas y no solo de dolor. Pero hubo un tiempo después de la quema que lloré con mucha rabia y dolor por todo lo que había acaecido en mi querida tierra, que es la que menos conozco de todas, y me duele también.
Y puedo sentirme afortunada pues de las hectáreas que quedaron sin quemar se encuentran en mi pueblo, Ablanque, en el paraje de la ermita de la Virgen del Buen Labrado. Y mi pueblo tiene un pequeño monte en crecimiento natural, que nadie lo ha sembrado sino el tiempo y la naturaleza. Pero las hectáreas que recorrí en mis pueblos de los Caminos del Cid, Ciruelos del Pinar, Maranchón y Luzón, ya no existen. Fueron arrasadas completamente. Y me duele enormemente porque fueron unos pueblos muy beneficiosos para mi de niña y me dieron la vida mientras viví en ellos. Ahora, al recordarlos también me la vuelven a dar. ... (ver texto completo)
Yo es que soy una romántica, iba a mis pinares y solía llorar en ellos de alegría de volver a verlos. Y me decían que por qué, "pues porque les añoro mucho y me provocan un sentimiento que no se puede expresar nada mas que con lágrimas algunas veces". Pero les decía, que yo lloraba de alegría. y es que se puede llorar de muchas formas y no solo de dolor. Pero hubo un tiempo después de la quema que lloré con mucha rabia y dolor por todo lo que había acaecido en mi querida tierra, que es la que menos conozco de todas, y me duele también.
Y puedo sentirme afortunada pues de las hectáreas que quedaron sin quemar se encuentran en mi pueblo, Ablanque, en el paraje de la ermita de la Virgen del Buen Labrado. Y mi pueblo tiene un pequeño monte en crecimiento natural, que nadie lo ha sembrado sino el tiempo y la naturaleza. Pero las hectáreas que recorrí en mis pueblos de los Caminos del Cid, Ciruelos del Pinar, Maranchón y Luzón, ya no existen. Fueron arrasadas completamente. Y me duele enormemente porque fueron unos pueblos muy beneficiosos para mi de niña y me dieron la vida mientras viví en ellos. Ahora, al recordarlos también me la vuelven a dar. ... (ver texto completo)