Cuatro años ya.
Ocho intentos y aún no sabemos si el Estatuto de Autonomía cocinado en el Parlament de Catalunya es constitucional o no.
Dice la Ley de leyes, que los jueces son independientes e inamovibles y que nos están sujetos a las reyertas
políticas. Eso dicen....
Pero puestos a decir, digamos como dice hoy José María Espinàs:
mitando el estilo judicial, al menos el de mi tiempo, aunque creo que no ha cambiado mucho, podríamos decir:
Punto primero: puesto que el Govern de la Generalitat y el Parlament de Catalunya aprobaron con votos legales y
democráticos este Estatut...
Punto segundo: puesto que en el Tribunal Constitucional hay magistrados que hace tiempo que deberían haberse jubilado por prescripción legal...
Punto tercero: puesto que ya no les corresponde, pues, ejercer su función...
Punto cuarto: puesto que, contra lo que está establecido, no han sido sustituidos, y que, además, hay plazas vacantes que no han sido reglamentariamente cubiertas...
Resulta: que este TC tendría que declararse incapacitado para realizar la función que le corresponde y reconstituirse de acuerdo con lo que dispone la ley.
Y entonces se ha producido el milagro: tras cuatro años de silencio, la propuesta de renovación ha sido rechazada con tres palabras: «No ha lugar». Sin argumentos. Con una rapidez insólita: ¡un día! Cuatro años para no decir nada, y un día para dictaminar. La presidenta dice que espera que haya sentencia antes del
verano. ¿De qué año?