La ley promulgada por el gobierno franquista, el 5...

Respuesta al siguiente mensaje enviado por Ángel el 05/08/2012 a las 23:19:
APRECIADA ELO. A veces no sabe lo que dice ni cuenta lo que sabe. En el año 1 964 (o por ahí,
Yo tengo relaciones comerciales concretamente con Barcelona desde el año 1955
lo puedo justificar con facturas y estas venian escritas en catalán y castellano
oficialmente las teniamos que presentar en Hacienda para la declaración del impuesto de sociedades.
EN EL SEMINARIO DE TORTOSA, se hablaba normalmente el catalán y cuando
iniciabas el castellano te seguian sin ningun problema ¿que persecución habia? un repeto por favor que somos adultos
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Como se puede ver lo escribio Conde no liberal y tambien se lee lo que dice. no hace falta
poner las cosa a su gusto no diciendo la verdad para fastidiar, osea que de lo dicho no hay nada, vaya credibilidad
y no se cree a las personas que vivimos alli. yo lo buscare en google
No me explico a que viene esto solo por dar la razón Angel que es un mal educado
en el trato con migo.

En los siglos siguientes los comerciantes, literatos y las clases altas de la sociedad fueron adoptando progresivamente la lengua castellana, cuyos intereses económicos y referentes culturales se orientaron hacia la Península y América, mientras que la clases bajas y rurales siguieron manteniendo el uso familiar y popular del catalán. 32 La evolución de este proceso incrementó su intensidad por la imposición política que siguió a la derrota del bando austracista (cuyo mayor apoyo dentro de España era la Corona de Aragón) en la Guerra de Sucesión Española en 1714 y los Decretos de Nueva Planta de 1716, que consideraban a Cataluña territorio conquistado y que provocaron la supresión de sus fueros. La política borbónica imperante inducía a la unificación del Estado en todos sus aspectos, de los que la lengua no fue una excepción. El catalán fue relegado de puestos en favor del castellano en la administración, el ejército, la religión, la historia, la justicia, la enseñanza, el comercio y las artes mediante imposición legislativa. 33 Sin embargo el catalán siguió manteniéndose como lengua familiar mientras el castellano lo era fuera del hogar. La situación política y cultural del siglo XIX permitió el surgimiento del movimiento cultural de la Renaixença ("Renacimiento") que motivó a muchos escritores a adoptar de nuevo la lengua catalana para su literatura y cuyo movimiento propició el prestigio del idioma. Posteriormente el catalanismo defendería el catalán desde un frente político y que ya entrado el siglo XX el catalán tenía una amplia variedad de medios de difusión. Sin embargo, las tiranteces políticas repercutieron en la prohibición del idioma en varias ocasiones, como con la Dictadura de Primo de Rivera. 34 Durante la Segunda República Española, la cooficialización del catalán introducida por el estatuto de autonomía de Cataluña permitió el uso lingüístico de los dos idiomas en la administración y se permitió el catalán en la enseñanza, si bien la Guerra Civil y la Dictadura franquista prohibieron su difusión pública y su enseñanza, que acompañado al movimiento migratorio de los años sesenta y setenta desde otras regiones de España, ofuscaron la presencia de la lengua catalana en Cataluña. La transición democrática introdujo en la Constitución la posibilidad de adoptar lenguas cooficiales, que en el estatuto catalán significó la cooficialidad del catalán junto al castellano para la autonomía de Cataluña.
Legislación lingüística
La consideración legal de las lenguas ha variado sustancialmente

La ley promulgada por el gobierno franquista, el 5 de abril de 1938, cuando penetraron las tropas de Franco en territorio catalán, dejó sin efecto el Estatuto de Autonomía de Cataluña (votado por las Cortes Constituyentes de la II República española). En consecuencia, la lengua catalana, que era la oficial junto con el castellano, quedó fuera del Parlamento de Cataluña, de la Administración, la escuela y la Universidad. Se prohibió el uso público y fue consignada a la vida familiar, con lo cual quedó relegada a una situación de diglosia, es decir, en la que predominaba el castellano por encima del catalán. El catalán fue ahogado y escondido y su uso público, despreciado con escarnio. El territorio quedó cubierto de carteles y consignas donde se podía leer ‘Si eres español, habla español’, ‘Si eres español, habla el idioma del imperio’. Al ciudadano que en un espacio público se le oía hablar en catalán le eran dirigidas frases del tipo ‘Hable usted en cristiano’ o ‘A ver cuándo deja de ladrar’. También se podían leer letreros públicos con sentencias ofensivas como ‘Prohibido escupir y hablar en catalán’.
El historiador Borja de Riquer considera que ‘el franquismo ensayó en Cataluña una política españolizadora y asimilista imponiendo la cultura y la lengua castellana como las únicas oficiales’ y recuerda un oficio de 16 de marzo de 1939 de la subsecretaría de Orden Público: ‘Los idiomas regionales deben prohibirse cuando no sirvan propiamente a un mayor ambiente o a una particular mayor esfera de divulgación de los principios del Movimiento y de la obra del Gobierno.’ La catalanofobia y la obsesión por eliminar cualquier vestigio de catalanidad llegaban a puntos ridículos como los casos que recoge Josep Benet en ‘Catalunya sota el règim franquista’ [Cataluña bajo el régimen franquista]. Así, explica que el letrero del Hotel Sabadell en Burgos se tuvo que tapar, para ocultar el nombre, aunque no tenía ninguna relación con el topónimo, sino con el apellido del propietario: Just Sabadell. El hombre, empujado por el ambiente, tuvo que renunciar a su apellido por la analogía con la ciudad del Vallès. Un hecho más significativo aun, recogido en la misma obra, es que, inmediatamente después de que las tropas fascistas de ocupación entraran en la ciudad de Barcelona, la popular plaza de Cataluña se convirtió en ‘Plaza del Ejército Español’ (también denominada en otros documentos de la época ‘Plaza del Ejército Nacional’).
En este contexto, muchas personalidades se tuvieron que exiliar a causa de sus ideas contrarias a los vencedores de la guerra. Con respecto a la lengua, el caso más paradigmático es sin duda el de Pompeu Fabra (Barcelona, 1868 - Prada, Conflent, 1948), autor de la ‘Gramàtica catalana’ oficial del IEC (1918) y del ‘Diccionari general de la llengua catalana’ (1932). El régimen franquista fue especialmente duro con la obra fabriana, de manera que cuando en 1943 permitió editar las primeras obras en catalán, las de Jacint Verdaguer, al cuidado de Josep M. Cruzet, la condición fue que no se publicaran de acuerdo con la normativa del Institut d’Estudis Catalans, como si se tratara de una lengua sin codificar.
Las políticas encubiertas de la dictadura también perjudicaron mucho a la lengua catalana. Así, el ministro de Gobernación, Ramón Serrano Súñer, nombró el año 1939 a Luis de Galinsoga director de ‘La Vanguardia (Española)’, el diario más importante que en aquel momento se publicaba en Barcelona. Siempre con el apoyo del general Franco, de quien era panegirista y biógrafo, Galinsoga procedía de la dirección del ‘ABC’ de Sevilla y había destacado por sus escritos y sus manifestaciones marcadamente anticatalanas. El año 1959, una campaña popular del pueblo catalán consiguió que Galinsoga fuera expulsado de la dirección del diario, en respuesta a la frase ‘todos los catalanas son una mierda’

ASÍ TRATABA FRANCO LA LENGUA CATALANA, LEERLO DETENIDAMENTE