JOSÉ MARÍA GÓMEZ DE LA TORRE "Hoy Navalmoral2 13 de octubre 2017
El pasado día 30 de septiembre varias decenas de vecinos de Navalmoral se concentraron frente a las puertas del Ayuntamiento respondiendo al llamamiento de la Fundación para la Defensa de la Nación Española para que “se escuche a la España silenciosa” frente al desafío lanzado por los independentistas catalanes.
Debo aplaudirles porque creo que es hora de que se escuche y se vea lo que en la convocatoria llaman España silenciosa frente al desafío lanzado por los independentistas.
Pero eché en falta que junto a cada bandera nacional se desplegara también una senyera, en apoyo a todos aquellos catalanes no independentistas, a todos aquellos españoles-catalanes o catalanes-españoles.
Posiblemente a ninguno de los manifestantes se le ocurrió. Pero estoy seguro de que, en el ideal de la unidad patria, lo habrían hecho poniendo de manifiesto el afán integrador de esa región en el seno de la nación española.
Y pienso en lo bien que habría venido esta movilización para reclamar la unidad hace once años, ante la convocatoria que se hizo para recabar firmas en apoyo de una pregunta obvia. Pregunta que, aunque casi nadie conocía, poco o nada interesaba, y nadie recuerda, muchos acudieron a firmar, haciéndolo “en contra de Cataluña”.
Habría sido un buen momento para afirmar la unidad patria y decir a todos aquellos firmantes que Cataluña también es España, y que ir en contra de Cataluña también es ir en contra de España y que aquellas firmas, más de cuatro millones, iban a constituir un semillero de independentistas.
Porque el independentismo catalán no se fomenta solo en junqueras y en rufianes. Se fomenta en actitudes y acciones indiscriminadas de repulsa.
Estruendoso silencio
Hace tiempo, en una de esas excursiones del Inserso, el animador del hotel preguntaba sobre la procedencia de los excursionistas.
— ¿De dónde viene la señora de vestido verde?
—De Asturias.
Y todo el mundo aplaudía y vitoreaba a Asturias.
— ¿Y la pareja del fondo?
—De Albacete.
Y todo el mundo aplaudía y vitoreaba a Albacete.
— ¿Y el de la camisa amarilla y su señora?
—De Barcelona.
En ese momento se produjo un estruendoso silencio, roto al poco por maleducados silbidos.
Silbidos que ultranacionalistas españoles dedican a Piqué cuando defiende los colores de la selección española, coincidiendo con los que le dedican los independentistas catalanes porque defiende los colores de España.
Y también se fomenta cuando “no lo compro porque viene de Cataluña” sin saber si quien lo produce es independentista o no.
A lo mejor hay que pensar en cambiar las actitudes. O simplemente hay que pensar.
El pasado día 30 de septiembre varias decenas de vecinos de Navalmoral se concentraron frente a las puertas del Ayuntamiento respondiendo al llamamiento de la Fundación para la Defensa de la Nación Española para que “se escuche a la España silenciosa” frente al desafío lanzado por los independentistas catalanes.
Debo aplaudirles porque creo que es hora de que se escuche y se vea lo que en la convocatoria llaman España silenciosa frente al desafío lanzado por los independentistas.
Pero eché en falta que junto a cada bandera nacional se desplegara también una senyera, en apoyo a todos aquellos catalanes no independentistas, a todos aquellos españoles-catalanes o catalanes-españoles.
Posiblemente a ninguno de los manifestantes se le ocurrió. Pero estoy seguro de que, en el ideal de la unidad patria, lo habrían hecho poniendo de manifiesto el afán integrador de esa región en el seno de la nación española.
Y pienso en lo bien que habría venido esta movilización para reclamar la unidad hace once años, ante la convocatoria que se hizo para recabar firmas en apoyo de una pregunta obvia. Pregunta que, aunque casi nadie conocía, poco o nada interesaba, y nadie recuerda, muchos acudieron a firmar, haciéndolo “en contra de Cataluña”.
Habría sido un buen momento para afirmar la unidad patria y decir a todos aquellos firmantes que Cataluña también es España, y que ir en contra de Cataluña también es ir en contra de España y que aquellas firmas, más de cuatro millones, iban a constituir un semillero de independentistas.
Porque el independentismo catalán no se fomenta solo en junqueras y en rufianes. Se fomenta en actitudes y acciones indiscriminadas de repulsa.
Estruendoso silencio
Hace tiempo, en una de esas excursiones del Inserso, el animador del hotel preguntaba sobre la procedencia de los excursionistas.
— ¿De dónde viene la señora de vestido verde?
—De Asturias.
Y todo el mundo aplaudía y vitoreaba a Asturias.
— ¿Y la pareja del fondo?
—De Albacete.
Y todo el mundo aplaudía y vitoreaba a Albacete.
— ¿Y el de la camisa amarilla y su señora?
—De Barcelona.
En ese momento se produjo un estruendoso silencio, roto al poco por maleducados silbidos.
Silbidos que ultranacionalistas españoles dedican a Piqué cuando defiende los colores de la selección española, coincidiendo con los que le dedican los independentistas catalanes porque defiende los colores de España.
Y también se fomenta cuando “no lo compro porque viene de Cataluña” sin saber si quien lo produce es independentista o no.
A lo mejor hay que pensar en cambiar las actitudes. O simplemente hay que pensar.