RAMÓN PÉREZ-MAURA.
Guarden el 155 para mejor ocasión.
« ¿De qué servirá esta amarga, esta insoportable, esta humillante demostración si no sirve de escarmiento para lo venidero?»
Actualizado: 23/07/2017 15:14h.
«Estaba reservada a nuestro país, a esta desgraciada
Cataluña, la triste suerte de ver a un
gobierno legítimo organizar (...) una intentona de subversión (...) en colaboración con toda clase de enemigos del orden social (...) Y en esta hora horrible la única reparación digna sería (...) jurarle de verdad que nunca más la mayoría de los
catalanes volverá a delegar su representación en débiles e incapaces, en improvisados, en simples demagogos frenéticos, en verdaderos vesánicos. Esto que ha ocurrido es el lógico, el previsto, el fatal, el desastroso epílogo a un largo y profundo proceso de descomposición
política en la que los aventureros han terminado por arrinconar a los responsables y los dementes a los cuerdos. Repetidas veces lo dijimos y anunciamos: esto acabará mal. Consumatum est! Ya está probado. ¡Si al menos jurásemos que no volverá a ocurrir más! Si lo jurásemos y lo cumpliésemos, pues, ¿de que servirá esta amarga, está insoportable, esta humillante demostración si no sirve de escarmiento para lo venidero?».
El entrecomillado precedente podría haber sido redactado para describir la situación que vive hoy Cataluña. No es el caso. Son extractos del editorial publicado por «La Vanguardia» el 9 de octubre de 1934, en su página 6, para describir el penoso final de la declaración de independencia de Cataluña proclamada por Lluis Companys. Acto que terminó con el bombardeo del palacio de la Generalidad por el general (
catalán) Domingo Batet Mestres, obedeciendo órdenes del Gobierno de la República.
No hará falta decir que si el Gobierno de
Mariano Rajoy se atreviera a actuar como lo hizo entonces el de Alejandro Lerroux, sería universalmente condenado. Pero sin llegar hasta ahí, cabe hacerse otra pregunta.
España tiene una Constitución
democrática que algunos cuestionan. Especialmente en Cataluña, que fue la region
española en la que tuvo el respaldo más alto en el referendo del 6 de diciembre de 1978. Yo creo que todavía somos una amplia mayoría los
españoles que defendemos la vigencia de esta Carta Magna. Pero entre quienes la sostienen, abundan los que nos dicen que no hay que aplicar el artículo 155 como vía para resolver el problema que se ha generado desde la autonomía de Cataluña. Y si ese artículo que prevé la recuperación por parte del Gobierno de la nación de todas o de parte de las competencias cedidas a un Gobierno autónomo no se aplica en un caso así, ¿para cuándo lo dejamos? Es cierto que decisiones como la que ayer anunció el Gobierno de controlar semanalmente el gasto de la Generalidad son un claro recorte de la autonomía, pero yo creo que no basta. Hace falta una señal más clara.
Sin duda los padres de la Constitución y las Cortes Constituyentes imaginaron casos de mucha menor gravedad. Como por ejemplo que un gobierno autonómico que tuviera transferidas las competencias antincendio y fuera incapaz de apagar los fuegos de cada
verano perdiera esa competencia en favor del Gobierno central. Porque seguro que la mayoría de los constituyentes no podía imaginar esta desquiciada situación que sin duda requiere la aplicación del 155 con firmeza. Es conocida la anécdota de Alfonso XIII, invitado a cenar en una casa particular. Hizo el Rey un gran elogio del vino que se le había servido y respondió el anfitrión: «Pues tengo uno mejor, Majestad» a lo que replicó el Rey « ¡Guárdalo para mejor ocasión!».
Ramón Pérez-Maura.