JOSÉ MARÍA CARRASCAL.
¿Y ahora, qué? José María Carrascal.
Es hora de que el sistema se defienda y proclamar que la democracia es mejor que todas las demás formas de gobierno.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL.
29/08/2017.
Todo salió como programado, sin mayores daños. Pero ¿vamos a contentarnos con proclamar que no tenemos miedo, que amamos la paz y estamos contra el terrorismo? Pues vamos listos. Querer la paz y estar contra el terror es obvio. Pero a los terroristas les importan un bledo y seguirán matándonos. No tenerles miedo es de locos o de tontos, aunque puede que hayamos claudicado, que aceptemos que nos maten como un terremoto, tifón, o desastre natural. Pero entonces ¿para qué manifestarse? ¿Para ocultar ese miedo?
Incluso puede ser algo peor: que estemos ocultando lo que hay al fondo del asunto: que el problema seamos nosotros, los españoles, incapaces de vivir juntos, los catalanes los primeros. Pero los atentados en Barcelona y Cambrils muestran el fracaso de sus élites de crear un Estado sobre la «nación cultural catalana», con captación de musulmanes, en vez de hispanoamericanos, refractarios a su plan. Pero los jóvenes islamistas de Ripoll estaban integrados plenamente y, sin embargo, se convirtieron en asesinos de todo el que encontraron en ambas Ramblas. Son minoría, pero en estas situaciones, las minorías marcan la ruta. Como la CUP en Cataluña. Y Puigdemont detrás. Que mienta al resto del mundo no es lo más grave. Ha mentido también a su pueblo, diciéndole que la independencia sería gratis, sencilla, indolora. Y no es así. De hecho, quedarán excluidos de las instituciones internacionales, empezando por las europeas. Con el enemigo dentro de casa. ¿Quién va a defenderles? ¿Los Mossos? ¡Pues anda que han demostrado olfato y efectividad en el primer gran desafío terrorista!
Y además, la calumnia. Puigdemont no ha tenido recato en acusar a Rajoy de politizar el atentado y de anteponer la unidad de España a la seguridad de los catalanes. Cuando es él quien los ha puesto en peligro y politizado el caso. Es verdad que Rajoy ha cometido errores, el primero, creer que este problema se solucionaría resistiendo. Pero con todos contra él, lo más que puede conseguir es mantener un statu quo cada vez más débil, porque los antisistema no respetan las normas, al revés, las usan para socavarlo. Es hora de que el sistema se defienda, de llamar a las cosas por su nombre, de proclamar que la democracia, con su libertad individual, economía de mercado y Estado de Derecho, es infinitamente mejor que todas las demás formas de gobierno. ¿Por qué vienen todos esos refugiados a Europa? Porque les garantiza un mejor futuro para ellos y sus hijos. Si es así, tienen que aceptar nuestras normas, no a la inversa. «En Roma, sé romano». ¿Tan difícil es defender estas realidades? ¿O cometemos el error de los viejos romanos de encargar a los bárbaros su defensa? Por bárbaros entiendo, más que a los que llegan en pateras, a aquellos de nosotros que intentan destruir el sistema que nos hemos dado por otro que nos devuelva a un totalitarismo con ellos al frente. Ya sabemos a qué ha llevado Puigdemont a Cataluña. Imaginen a qué llevaría Iglesias a España.
¿Y ahora, qué? José María Carrascal.
Es hora de que el sistema se defienda y proclamar que la democracia es mejor que todas las demás formas de gobierno.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL.
29/08/2017.
Todo salió como programado, sin mayores daños. Pero ¿vamos a contentarnos con proclamar que no tenemos miedo, que amamos la paz y estamos contra el terrorismo? Pues vamos listos. Querer la paz y estar contra el terror es obvio. Pero a los terroristas les importan un bledo y seguirán matándonos. No tenerles miedo es de locos o de tontos, aunque puede que hayamos claudicado, que aceptemos que nos maten como un terremoto, tifón, o desastre natural. Pero entonces ¿para qué manifestarse? ¿Para ocultar ese miedo?
Incluso puede ser algo peor: que estemos ocultando lo que hay al fondo del asunto: que el problema seamos nosotros, los españoles, incapaces de vivir juntos, los catalanes los primeros. Pero los atentados en Barcelona y Cambrils muestran el fracaso de sus élites de crear un Estado sobre la «nación cultural catalana», con captación de musulmanes, en vez de hispanoamericanos, refractarios a su plan. Pero los jóvenes islamistas de Ripoll estaban integrados plenamente y, sin embargo, se convirtieron en asesinos de todo el que encontraron en ambas Ramblas. Son minoría, pero en estas situaciones, las minorías marcan la ruta. Como la CUP en Cataluña. Y Puigdemont detrás. Que mienta al resto del mundo no es lo más grave. Ha mentido también a su pueblo, diciéndole que la independencia sería gratis, sencilla, indolora. Y no es así. De hecho, quedarán excluidos de las instituciones internacionales, empezando por las europeas. Con el enemigo dentro de casa. ¿Quién va a defenderles? ¿Los Mossos? ¡Pues anda que han demostrado olfato y efectividad en el primer gran desafío terrorista!
Y además, la calumnia. Puigdemont no ha tenido recato en acusar a Rajoy de politizar el atentado y de anteponer la unidad de España a la seguridad de los catalanes. Cuando es él quien los ha puesto en peligro y politizado el caso. Es verdad que Rajoy ha cometido errores, el primero, creer que este problema se solucionaría resistiendo. Pero con todos contra él, lo más que puede conseguir es mantener un statu quo cada vez más débil, porque los antisistema no respetan las normas, al revés, las usan para socavarlo. Es hora de que el sistema se defienda, de llamar a las cosas por su nombre, de proclamar que la democracia, con su libertad individual, economía de mercado y Estado de Derecho, es infinitamente mejor que todas las demás formas de gobierno. ¿Por qué vienen todos esos refugiados a Europa? Porque les garantiza un mejor futuro para ellos y sus hijos. Si es así, tienen que aceptar nuestras normas, no a la inversa. «En Roma, sé romano». ¿Tan difícil es defender estas realidades? ¿O cometemos el error de los viejos romanos de encargar a los bárbaros su defensa? Por bárbaros entiendo, más que a los que llegan en pateras, a aquellos de nosotros que intentan destruir el sistema que nos hemos dado por otro que nos devuelva a un totalitarismo con ellos al frente. Ya sabemos a qué ha llevado Puigdemont a Cataluña. Imaginen a qué llevaría Iglesias a España.