BAGDAD.
La "ciudad de las maravillas", tenía cuatro puertas de hierro coronadas por cúpulas doradas. Antes de llegar al palacio soberano, que constituía una ciudad dentro de otra, había que atravesar tres plazas y tres puertas abovedadas.
En el gran salón de ceremonias del califa, se veía un árbol de ORO MACIZO, cubierto de pedrerías y cargado de hojas y pájaros labrados en oro y plata. Al lado, cascadas y surtidores de agua refrescaban el ambiente. Los gabinetes perfumados en que el príncipe descansaba de las fatigas del reinar eran de un lujo maravilloso.
La "ciudad de las maravillas", tenía cuatro puertas de hierro coronadas por cúpulas doradas. Antes de llegar al palacio soberano, que constituía una ciudad dentro de otra, había que atravesar tres plazas y tres puertas abovedadas.
En el gran salón de ceremonias del califa, se veía un árbol de ORO MACIZO, cubierto de pedrerías y cargado de hojas y pájaros labrados en oro y plata. Al lado, cascadas y surtidores de agua refrescaban el ambiente. Los gabinetes perfumados en que el príncipe descansaba de las fatigas del reinar eran de un lujo maravilloso.