Los grandes temas nacionales de hoy: La
economía socialista
1. Las posibilidades de la economía socialista (propiedad social, planificación y equidad distributiva) para construir prosperidad.
2. La potencialidad de nuestro sistema
político para reforzar consensos, incorporar la crítica y multiplicar la participación ciudadana.
3. El futuro del diferendo histórico entre
Cuba y los
Estados Unidos.
Estos grandes temas subyacen casi siempre a las discusiones sobre muchos y diversos asuntos particulares.
Es imprescindible reforzar el consenso sobre estos temas, precisamente para poder cambiar, sobre esas bases, todo lo demás que deba ser cambiado, y ampliar aun más la participación ciudadana sobre las maneras de construir la sociedad que queremos todos. No es que olvidemos la importancia de los detalles particulares (“el diablo trabaja en los detalles”, dice la sabiduría popular), pero tampoco debemos permitir que polémicas (imprescindibles) sobre temas particulares nos fragmenten el consenso sobre las esencias.
Los grandes temas esenciales siempre son pocos y simples, y el traspaso en continuidad del liderazgo histórico hacia las nuevas generaciones requiere reforzar esos consensos básicos.
Abundemos ahora sobre el primero de estos temas: Las posibilidades de la economía socialista para construir prosperidad.
La supuesta incapacidad del
socialismo para construir prosperidad material es uno de los ejes principales de esa
guerra mayor de pensamiento que nos hacen los enemigos de nuestro proyecto social.
Para eso inventaron (reconocido por ellos mismos) el bloqueo económico, para impedir la construcción de prosperidad y echarle la culpa al socialismo, y con ese objetivo lo mantienen.
Pero tendríamos nosotros que ser tontos para tragarnos esa profecía auto-cumplida; y sucede que no lo somos.
El
capitalismo es un sistema global, cada vez más interconectado, y es un sistema socialmente ya fracasado. Es el sistema que produjo las sangrientas
guerras del siglo XX, creó indecentes desigualdades de ingreso entre países y dentro de los países, excluyó a millones de personas de su participación en la economía y causó el deterioro del
medio ambiente que hoy nos amenaza a todos. La humanidad no podrá sobrevivir sin superar el capitalismo.
Tenemos cultura suficiente para entender el panorama completo, no los fragmentos e imágenes que intencionalmente nos escogen y nos envían: Del capitalismo son los barrios de clase media de los países ricos, y son también las favelas marginales: Ambos se condicionan mutuamente. Del capitalismo es el nivel de consumo europeo, y también las penurias de África: Ambos se condicionan mutuamente.
Desde 1963 Fidel Castro había expresado: “Marx concibió el socialismo como resultado del desarrollo. Hoy para el mundo subdesarrollado el socialismo es ya incluso una condición del desarrollo”.
La batalla de ideas es ahora para fortalecer el consenso sobre los procedimientos específicos que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos, procedimientos que no son ni la transferencia espontánea de la propiedad estatal hacia el sector privado o la inversión extranjera, ni tampoco el control burocrático sobre la creatividad de las instituciones y sobre los necesarios procesos de exploración de alternativas en un contexto mundial de incertidumbres.
Esa exploración está ocurriendo en los momentos mismos en que se escriben estas notas. Hace apenas unos días la Gaceta Oficial (Nº94 del 19 de agosto) publicó 4 Decretos-Ley del Consejo de Estado que contienen nuevas decisiones sobre el
trabajo por cuenta propia, las micro, pequeñas y medianas empresas, las cooperativas no-agropecuarias y el sistema tributario. En mayo el Decreto-Ley 34 expuso nuevas ideas sobre la organización y funcionamiento del sistema empresarial estatal.
Esa labor legislativa concreta el concepto de que el socialismo no es un sistema de gestión vertical centralizada, sino un sistema de propiedad social, de participación y de equidad distributiva.
Estamos en movimiento, haciendo revolución dentro del socialismo, cambiando lo que deba ser cambiado, con sentido del momento histórico, como definió Fidel abriendo las puertas hacia el siglo XXI cubano.
Habrá socialismo y habrá cambios. Pero esos cambios los vamos a hacer nosotros, los cubanos, a partir de nuestras raíces históricas, de nuestros valores y de nuestra soberanía, que es el derecho a ser diferentes.
Podemos triunfar. Y eso explica la desesperación que muestran nuestros enemigos de siempre, en los laboratorios de ideas de su “complejo
militar-cultural”, apurados por fragmentar la cohesión social en Cuba y erosionar el consenso construido. Se les acaba el tiempo.