EL MADRID DESAPARECIDO...

EL MADRID DESAPARECIDO
LA POSADA DE LA CUERDA.

Uno de los establecimientos más peculiares que ha tenido Madrid, es sin duda esta posada.
Estuvo en la Calle Atocha y era el más barato de la Ciudad.
El huesped no tenía derecho a una cama, si no a una silla. Si, así como leéis.
Era una posada sin camas. El cliente se sentaba en una de las sillas que estaban colocadas en hileras. Una cuerda estaba atada de lado a lado de las paredes para que los huéspedes colgaban sus brazos y pudieran reposar las cabeza sobre ellos, cuando llegaba la hora el posadero tiraba de la cuerda para despertarlos.

Dormir sobre una cuerda fue una práctica que existió en algunas zonas, especialmente en hospederías o tabernas de bajo coste, durante el siglo XIX y principios del XX en Europa, particularmente en ciudades como Londres. Era una alternativa barata para las personas sin hogar o con pocos recursos económicos que no podían pagar una cama o una habitación completa.

El concepto era simple: en lugar de una cama, se ataba una cuerda de un lado a otro de la habitación, a una altura de poco más de un metro. Los huéspedes pagaban una pequeña cantidad para poder apoyarse en la cuerda y dormir inclinados, prácticamente colgados. Aunque no ofrecía un descanso reparador, la cuerda proporcionaba algo de apoyo para el cuerpo cansado, y muchos la preferían a dormir en el suelo frío o en la intemperie.

Esta opción de descanso era utilizada principalmente por trabajadores o viajeros pobres que buscaban un lugar donde pasar la noche. A menudo, estos sitios eran extremadamente humildes, mal ventilados, con muchas personas compartiendo el espacio, lo que también los hacía lugares insalubres.

El término “dormir sobre una cuerda” se ha convertido en una especie de metáfora para describir condiciones extremadamente precarias o soluciones temporales para problemas mayores. Esta práctica es un reflejo de la pobreza urbana en la Europa industrializada de la época.